lunes, 1 de mayo de 2023

La familia Castilla-Plantagenet y el Camino de las Estrellas

En entradas anteriores ya hemos hecho referecia al emblema del arrocabe trasero que representa el ducado de Aquitania y por ende a su titular, por medio de una gran flor de lis de oro en campo de gules acompañada de dos estrellas de ocho puntas. Tras descartar otras opciones interpretativas, tales como el carbunclo del condado de Anjou o la estrella del sello de Ricardo Corazón de León, consideramos que lo más factible es que las estrellas hagan referencia a la relevancia que para la familia Castilla-Plantagenet tuvo el Camino de Santiago. De esta forma tendría sentido que Berenguela considerara a su abuela como la reina del Camino de las Estrellas, precursor del Camino Francés, que en su origen medieval era conocido como Vía Aquitania.

El hecho es que la Vía Aquitania permitía, pasando por territorios dominados o influidos por los Castilla-Plantagemet, unir los dos Finisterres continentales europeos, el del reino de León y el del ducado de Bretaña, ubicado este último además en una provincia llamada Pays de León. Partiendo del ducado de
 Bretaña se pasaba por el ducado de Poitou, por el condado de Angulema, por el ducado de Aquitania, por el condado de Gascuña, por el reino de Navarra y por el reino de Castilla. Para completar la Vía Aquitania únicamente quedaba atravesar el reino de León y llegar a Compostela, y esto es precisamente lo que representa la triada de emblemas colocados en el centro del arrocabe trasero: la entrega póstuma del reino de León a los reyes de Castilla Alfonso VIII y Leonor Plantagenet para así completar el camino que llevaba de Finisterre a Finisterre.






De arriba a abajo la representación en el arrocabe trasero de los territorios de Inglaterra, el Poitou, Aquitania, Gascuña y Navarra. Gracias a la posesión de algunos de estos territorios, a la influencia sobre otros y a la presencia de Berenguela como reina en Castilla y en León la familia Castilla-Plantagenet extendía su influencia del Finisterre del Pays de León bretón al Finisterre gallego del reino de León. 

No vamos a negar que, probablemente, el objetivo principal era conectar por tierra los territorios propios, sin embargo, hay otras circunstancias históricas que apoyan la existencia de ese ansia de control de la Vía Aquitania por parte de la familia Castilla-Plantagenet. El caso más revelador es el de las arras que Alfonso VIII entregó por su matrimonio con Leonor Plantagenet: más de treinta castillos y lugares, todos ellos situados en el Camino de Santiago. Años después, estas mismas propiedades pasarían a manos de Berenguela como dote de su matrimonio con Alfonso IX León, lo que se hizo por expreso deseo de su madre.

Recordemos también que Leonor Plantagenet promovió y que su hija Berenguela terminó la construcción del Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas y el Hospital del Rey, originalmente de la Reina, en Burgos, en pleno Camino de Santiago, y ambos bajo el mando de una abadesa con tanto poder que únicamente rendía cuentas al papa. En el monasterio, pensado como panteón familiar y en el que reposan madre e hija, se construyó también una capilla dedicada al Apóstol Santiago, cuya techumbre mudéjar se decoró con estrellas de ocho puntas. Cuenta la capilla con una imagen sedente de brazo articulado, conocido popularmente como Santiago del Espaldarazo, pensada para que, en las ceremonias en las que se armaba caballero a los reyes de Castilla, fuera el Apóstol quien hiciera las veces de armador. Allí se nombraron caballeros a Fernando III y a Alfonso X, hijo y nieto de Berenguela respectivamente.

Sin duda, el Camino de Santiago, siendo una ruta recorrida por muchos nobles, generaba riqueza económica y su control en un amplio recorrido era fundamental para el funcionamiento del sistema de credenciales que estableció la Orden del Temple para evitar viajar con dinero. Tal vez esto es lo que tenía en mente Leonor de Aquitania cuando concertó el matrimonio de su hija Leonor Plantagenet con Alfonso VIII de Castilla, el reino que contaba con el mayor tramo de Camino atravesando su territorio. En este sentido cabe recordar que la familia Plantagenet-Aquitania fue una fiel promotora del Temple y que Ricardo Corazón de León fue sepultado con hábito templario.

Pero al margen de estas cuestiones económicas, todo apunta a que había también razones sentimentales y religiosas en la intención de mantener el Camino en el área de influencia de la familia. El ejemplo más claro tal vez sea el empecinamiento en mantener la Gascuña. Ya hemos contado en una entrada anterior que, cuando se produjo el enlace entre Ricardo Corazón de León y Berenguela de Navarra, la familia aquitana se desprendió de la parte más conflictiva de la Gascuña, pero se reservó para sí el considerado como punto de partida de la Vía Aquitania, el castillo de la localidad de San Juan a Pie de Puerto. Pero, cuando al fallecer la matriarca, Castilla adquirió la posesión de la Gascuña (dote de Leonor Plantagenet en su enlace con Alfonso VIII) cuentan los cronistas que el monarca pronto se dio cuenta de que era más útil “arar una piedra” que invertir recursos en aquel estéril condado de hostiles habitantes [1]. De hecho, se ha llegado a documentar que fueron las razones sentimentales de su esposa, Leonor Plantagenet, la causa de que el rey castellano se empeñara en mantener el control de ese territorio. Tanto es así que cuando, fallecido Ricardo Corazón de León, las relaciones con Navarra se complicaron, Alfonso VIII luchó para recuperar el territorio de las actuales provincias vascas extendiéndose en su conquista más allá del río Urumea y llegando hasta el Bidasoa. Consiguió así algo de territorio adicional a lo que un día había sido suyo, pero estratégicamente fundamental, ya que permitía conectar Castilla con Gascuña y abrir una Vía Aquitana alternativa por territorios de su propiedad. Esta ruta sería potenciada después por sus descendientes [2].


Vía Aquitania, el Camino de Santiago primigenio. En este plano se puede ver como Alfonso VIII desvió la Vía para que pasara por sus dominios, los de su esposa, Leonor Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania. 

La prueba de que todos estos esfuerzos eran más de cariz sentimental que económico es que, fallecidas Leonor Plantagenet y Berenguela de León y de Castilla, a la primera de cambio, Alfonso X, tataranieto de Leonor de Aquitania, entregó Gascuña a Inglaterra. Lo hizo en 1254 como parte de la dote del enlace entre su hermanastra, Leonor de Castilla (1241-1290), y el futuro Eduardo I de Inglaterra (1239-1307).


Santiago del Espaldarazo (siglo XIV). Con una escultura anterior a ésta fueron armados caballeros en Las Huelgas Fernando III, Alfonso X y el príncipe Eduardo de Inglaterra que, ironías del destino, con el "espaldarazo" del Apóstol se llevó de vuelta el problemático condado de la Gascuña, que en 1254 solamente suponía un problema para Castilla. 

Y entre todos estos indicios de la relevancia que tenía el Camino para el clan Castilla_Plantagenet hay uno especialmente significativo: que el abuelo materno de Leonor de Plantagenet, Guillermo X, pueda estar enterrado en la catedral de Santiago. Lo que hoy es duda no debió de serlo hace ocho siglos para los descendientes inmediatos del duque de Aquitania. Si esto fuera así, cobraría mucho más significado que Berenguela quisiera representar la entrega póstuma del reino de León a su madre, Leonor Plantagenet. en el centro del arrocabe trasero de nuestra techumbre. Sería el resultado de una especie de misión familiar: que el camino hasta la tumba de su abuelo pudiera hacerse por territorios del "imperio aquitano". En este sentido, la Concordia de Benavente en 1230 suponía el final de su peregrinaje familiar: Compostela, por fin, era suyo.


Guillermo X de Aquitania en su lecho de muerte, tras haber perdido la consciencia durante la misa de Viernes Santo del año 1137 en la catedral de Santiago de Compostela.

Así las cosas sería imposible terminar esta entrada sin hacer referencia al Romance de don Gaiferos de Mormaltán y a la identificación que tradicionalmente se ha hecho de su protagonista con el duque Guillermo X de Aquitania. Los últimos estudios [3] afirman que hay base suficiente para pensar que la figura del Duque inspiró este poema en el que se narra la muerte y el posterior sepelio de un peregrino. Además se cree también que fue el mismo Guillermo el que se inventó el seudónimo Gaiferos de Mormaltán con la intención de pasar inadvertido durante su peregrinaje, escondiéndose del mismo modo que, utilizando códigos del amor cortés, se camufla su bisnieta en la techumbre de Santa Clara de Salamanca. Ambos, duque y bisnieta, juegan con la Historia y con los que tratan de desentrañarla. 


I onde vai aquil romeiro, meu romeiro a donde irá,
camiño de Compostela, non sei se alí chegará.
Os pés leva cheos de sangue, xa non pode máis andar,
malpocado, probe vello, non sei se alí chegará.
Ten longas e brancas barbas, ollos de doce mirar,
ollos gazos leonados, verdes como a auga do mar.
–I onde ides meu romeiro, onde queredes chegar?
Camiño de Compostela donde teño o meu fogar.


[1]  Martínez. H. S. (2012). Berenguela la Grande y su época (1180-1246). Madrid, Polifemo. Págs. 57-58.

[2] Varios (2021). La calzada vía Aquitania. (tramo castellano Burgos – Palencia). Burgos. Asociación de Amigos del Camino de Santiago Vía Aquitania (Sasamón, Burgos).

[3] Anguita Jaén, J.M. (2021) Gaiferos De Mormaltán y el Duque Guillermo X de Aquitania: entre Jofre de Monmouth y Manuel Murguía. Cuadernos de Estudios Gallegos, LXVIII Núm. 134 (enero-diciembre 2021), págs. 91-123.

Alfonso VIII de Castilla y Leonor Plantagenet, reyes póstumos de León

Llegamos, por fin, a la triada de emblemas que ocupa la posición central en arrocabe trasero de la techumbre, que por fuerza no es casual e indica su importancia dentro del conjunto iconográfico. En ella el primer cambio reseñable es que el cuartelado de leones y castillos se ha convertido en cuartelado de flores de lis y leones púrpura en campo de plata, es decir, no hay duda de que éstos últimos representan al reino de León. En el emblema central vemos un escudo que contiene en campo de gules una banda de oro con una flor de lis del mismo metal a cada lado. Por último, acompaña a la izquierda un emblema verado en tonos enlutados, aparentemente combinando oro y gules.


El emblema central, añadiendo dragantes a la banda, lo terminaría adoptando siglos después como propio otro linaje salmantino, el de los Lorençana, según consta en el Triunfo Raimundino
; cuestión diferente es, en esta glosa heráldica de la techumbre, conocer a quién o qué se trata de representar. Sabemos por los tramos de arrocabe en los que se representa a las reinas Beatriz de Suabia y Juana de Ponthieu que, en el contexto de la techumbre, la banda heráldica es una forma de representar a un fallecido, respetando el color del campo de su emblema y convirtiendo la figura, también en su color original, en una banda. Por tanto, si seguimos esa norma, el fallecido o fallecida debía lucir un campo de gules con una figura de oro. El hecho de que gran parte de la iconografía del arrocabe trasero trate de reivindicar la legitimidad para reclamar el poder sobre territorios imperio Angevino nos hizo pensar, en un principio, en la defunción de Leonor de Aquitania en 1204. Dado que a la banda le acompañan dos flores de lis, podríamos pensar que se trata bien de Leonor de Aquitania como dos veces reina, de Francia e Inglaterra, o bien de la defunción de ella y de su esposo, Enrique II de Inglaterra. Ahora bien, a Leonor de Aquitania, Enrique II y sus territorios ya los hemos visto representados, sin embargo, estando en los reinos de León y de Castilla, precisamente los que todavía no han aparecido en el arrocabe trasero son Leonor Plantagenet y Alfonso VIII de Castilla, los abuelos del rey Fernando III de Castilla y de León. De hecho, no aparece en el arrocabe trasero el castillo de Castilla, de oro sobre gules, o el emblema de cinco flores de lis de oro que creemos representa el conjunto de territorios sobre los que aspiraba a gobernar el matrimonio y su descendencia. En definitiva, optamos por pensar que el emblema central representa las defunciones de Alfonso VIII y su esposa Leonor Plantagenet, ambas sucedidas en octubre de 1214. Creemos que, del emblema de cinco flores de lis que aparece en el primer tramo del arrocabe izquierdo y del derecho y además en los cuadrales, tres se convierten en banda de oro y se conservan dos, una a cada lado, para significar que son dos los reyes representados en el escudo.




Reconstrucción de los emblemas por José Moreiro Píriz.

Al la derecha vemos un cuartelado de Fernando III que ha perdido los castillos, que se han visto sustituidos por flores de lis, y sólo presenta los leones, como si fuera una señal indicativa de que en presencia de sus abuelos, los reyes de Castilla, no procede que él ostente sus armas, pero, al mismo tiempo, haciendo hincapié en la realeza leonesa, como si se quisiera ofrecer en tributo a los monarcas fallecidos la recuperación para la familia Castilla-Plantagenet del trono de León en 1230. Nótese cómo, una vez más, la realeza leonesa está representada por la conjunción de la flor de lis y el león. Además, esta triada de emblemas es una especie de intersección que podría pertenecer tanto al arrocabe trasero como a los cuadrales y arrocabes laterales, haciendo así partícipe al matrimonio Castilla-Plantagenet de la partida por la sucesión que se juega en los cuadrales, de la recuperación del reino de León y de su anexión al imperio familiar.


Así las cosas, ¿a quién representa el emblema verado que se sitúa a la izquierda del principal? Por interpretación conjunta con la aparición de este mismo emblema en la tabica superior del primer tramo derecho del arrocabe, nosotros nos inclinamos a pensar que se trata de la representación de la reina Berenguela, hija primogénita de Alfonso VIII de Castilla y Leonor Plantagenet, que en presencia de sus padres prefiere representarse como una protegida suya, bajo su manto, como lo que era cuando éstos fallecieron con apenas tres semanas de diferencia en el año 1214. Sin embargo, también podría tratarse del infante Alfonso, futuro X de su nombre, protegido castellano y sin herencia en Castilla en ese momento, dado que su abuela conservaba los derechos legítimos sobre dicho reino. De ser así, en el arrocabe trasero estarían custodiando a los monarcas castellanos Alfonso VIII y Leonor Plantagenet su hijo Fernando III y su nieto Alfonso X, lo que convertiría esta triada de emblemas en una especie de Árbol de Jesé castellano, en lo que sería un alarde de la legitimidad por parte de sus herederos.


Ahora que llegamos al final de este apartado, en este recorrido que hemos realizado por los territorios de influencia de la familia Castilla-Plantagenet, el lector habrá observado que, casualidad o no, estos aparecen ordenados geográficamente de derecha a izquierda, permitiendo recorrer a través de territorios propios todo el camino que va de Canterbury a Santiago de Compostela. Ya dijimos que podría tratarse de una casualidad, pero, dado que el culmen de ese recorrido se produce con la adición del reino León a esos territorios y hay sobradas pruebas de la importancia del camino compostelano para la familia Castilla-Plantagenet, vamos a dedicar la siguiente entrada a este asunto.

domingo, 30 de abril de 2023

El reino de Navarra, la tierra de la abuela paterna de Berenguela

Antes de pasar a hablar de la triada de emblemas que tiene una posición central en el arrocabe trasero, nos resta dar cuenta de una última triada que también cumple la norma general. En este caso, al lado del cuartelado de Fernando III podemos ver un emblema enmarcado de nuevo en losange, en el que, dado su mal estado, únicamente se aprecian los restos de lo que parece un contracotizado de oro y gules. Al lado aparece un emblema verado con una peculiaridad, ya que debajo de cada línea verada hay una línea paralela y, uniendo ambas, una sucesión de líneas verticales que van cortando el espacio.




Reconstrucción del emblema por José Moreiro Píriz,

No es posible asegurar qué territorio es el representado en esta última triada, dado el deterioro que sufren los emblemas, sin embargo, si tenemos en cuenta el resto de territorios a los que hemos ido haciendo referencia, las circunstancias históricas del reinado de Alfonso VIII de Castilla y su obsesión por conseguir unir sus territorios por tierra al tiempo que abría una vía de peregrinación a Santiago alternativa que pasara exclusivamente por sus dominios, nos parece que no es descabellado pensar que este último emblema esté reservado para el que fuera el reino de su madre, Blanca Garcés, en cuyo nombre conservaría la idea de reclamar sus derechos sucesorios.

Pero, volviendo a los primeros años del reinado de Alfonso VIII de Castilla, desde Pamplona, su tío, Sancho VI, aprovechará la situación creada durante la minoría de edad de su sobrino para deshacerse del incómodo vasallaje al que estaba sometido y se intitulará rey de Navarra, tratando de afianzar su posición. A pesar de ello, siendo ya adulto el monarca castellano, las incursiones en el reino materno serán constantes y la ofensiva se recrudecerá en los primeros años del reinado de su primo Sancho VII, resultando muy interesante el artículo de Luis Javier Fortún Pérez de Ciriza sobre la ocupación definitiva de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado en el año 1200 [1]. Lo relevante de esta incursión es que Alfonso VIII no solamente conquistó los territorios que un día habían pertenecido a su tatarabuelo Alfonso VI, sino que se extendió en su conquista más allá del río Urumea, llegando hasta el Bidasoa, anexionándose territorios que siempre habían estado bajo soberanía navarra [2]. Conseguía así algo de territorio adicional, pero estratégicamente fundamental, ya que permitía conectar Castilla con Gascuña, condado incluido en la dote de su esposa, y unir así los territorios familiares por tierra y abrir una ruta de peregrinación alternativa a la Vía Aquitana por tierras de su propiedad, camino a Santiago que será potenciado después por Alfonso X [4]. Al mismo tiempo, esto suponía la pérdida del acceso al mar para Navarra. Aunque Sancho VII nunca reconocería la pérdida de estos territorios, lo cierto es que con el tiempo las conquistas se consolidaron y la llamada papal a la cruzada en el sur de la península ibérica pareció calmar los ánimos entre los primos que, codo con codo, lucharon en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Ahora bien, reinando ya Fernando III y su madre Berenguela, las ansias castellanas por hacerse con Navarra volvieron a despertar cuando Sancho VII falleció en 1234 sin descendencia. En contra de los deseos de su predecesor, que dejó el reino en manos de Jaime I de Aragón, se hizo con el trono el hijo de su hermana Blanca, Teobaldo de Champaña. La inestabilidad con la que comenzó a gobernar y el miedo a que desde Castilla se reclamara el trono navarro en nombre de los derechos que le correspondían a Fernando III como descendiente de Blanca Garcés, hizo que Teobaldo se apresurara para concertar un matrimonio de su entonces hija unigénita con el infante Alfonso de Castilla y de León [4]. Ya que en este trabajo estamos dando especial importancia a la figura de Berenguela la Grande, nos parece importante resaltar, al ser muy representativo de la percepción que se tenía de la reina como gestora de la política exterior castellana, que la misiva de Teobaldo, antes de referirse al rey Fernando se dirige "a su excelentísima y queridísima doña Berenguela, por la gracia de Dios reina de Castilla y León.

A favor de la posibilidad de que esta última triada de emblemas haga referencia al reino de Navarra debemos sumar que, como ya hemos dicho, tenemos conocimiento de la invasión efectiva del reino por parte de Alfonso VIII y que su ubicación en el arrocabe trasero de la techumbre permite culminar un Camino de Santiago con origen en la ciudad inglesa de Canterbury, representada por el emblema de la chova piquirroja en un campo de plata. Porque, en efecto, de derecha a izquierda, en el arrocabe trasero podemos identificar: Inglaterra, seguidamente los territorios perdidos por Juan sin Tierra —Normandía, Anjou, Bretaña y el Poitou­— para continuar con Aquitania, Gascuña y, por último, Navarra. El final de este camino familiar se encuentra justo en el centro del arrocabe trasero, donde se representarán los reinos de Castilla y de León, como veremos a continuación.

Puede ayudarnos a relacionar este emblema contracotizado con Navarra el hecho de que las armas de este reino, el carbunclo, no se asentarían hasta el reinado de Teobaldo II (1253-1270), ya que, si bien los sellos de Teobaldo I tenían ya la bloca dibujada, ésta carecía de intencionalidad heráldica, tal y como afirma Menéndez Pidal de Navascués. En efecto, fue el eminente heraldista quien hace años se encargó de desmentir el supuesto origen del escudo navarro en las cadenas de la batalla de las Navas de Tolosa, una de tantas leyendas, esta vez responsabilidad del padre Moret, en el siglo XVII. Por el contrario, cuando Teobaldo I aterrizó en su nuevo reino, continuó identificándose con su escudo paterno, el de Champaña, y éste guarda, curiosamente, cierta similitud con el que se adivina en la techumbre.


Armas del condado de Champagne. 

Como afirma Menéndez Pidal de Navascués, del mismo año de su coronación y anterior a ella queda un sello en el que el monarca aparece en el anverso en una escena ecuestre y en el anverso un escudo decorado con la banda cotizada del Champaña. 


El caso es que no podemos ver la figura completa de ese emblema del arrocabe trasero, además la inclinación de la misma es inversa y los colores no parecen los originales de Champaña, sin embargo, recordemos que cuando describimos el tramo del arrocabe en el que se da cuenta de la muerte de Alfonso IX de León, para representar su vasallaje con respecto a Castilla, también el color púrpura de la figura del León había sido convertido a los colores castellanos oro y gules. Lo que queremos decir es que la inclinación cambiada, la transformación de la banda de Champaña en barra cotizada y los tonos Castilla-Plantagenet, podrían ser una forma de representar iconográficamente el vasallaje al que el rey García Ramírez, abuelo materno de Alfonso VIII, había entregado Navarra en el momento de concertar el matrimonio de su hija Blanca Garcés con Sancho III de Castilla.

Si esto fuera así, el emblema verado con la sucesión de líneas debería representar a Alfonso VIII, reclamándose así los derechos sobre el reino de Navarra y la protección que, por su ascendencia materna, se le debe. La peculiaridad de los veros puede ser una simple forma de representar la capa de un monarca diferente o que la protección de Alfonso VIII viene de más lejos, ya que, en este caso, deriva de su abuelo.



Reconstrucción del emblema por José Moreiro Píriz.

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[2] Ayerbe Iribar, Mª R. (2000). Pág. 21.

[3] Varios (2021). La calzada vía Aquitania.

El condado de Gascuña, la dote envenenada de Leonor Plantagenet

La siguiente triada de emblemas vuelve a cumplir la norma general: el emblema cuartelado de Fernando III a la derecha, un escudo de tonalidades oro y gules enmarcado en losange en el centro y un deteriorado y original emblema que combina oro o plata y sable o azur a la derecha.


En el emblema central, a pesar de su mal estado de conservación, se pueden adivinar una flor de lis central y cuatro estrellas que la circundan. Como ya dijimos en la entrada anterior, creemos que es la forma de representar el feudo menor de Leonor de Aquitania, la Gascuña, un condado de fronteras cambiantes que ocupaba la parte suroeste de Francia, situado al sur del río Garona y al norte de lo que hoy se denomina País Vasco francés. Una zona entre Navarra y Aquitania que, por lo indómito de sus habitantes y del territorio, siempre dio a sus señores muchos sinsabores y pocas alegrías.



No faltaban desde Castilla motivos para dar un protagonismo independiente del ducado de Aquitania al condado gascón, dado que el mismo formaba parte de la dote que por matrimonio correspondía a Leonor Plantagenet, si bien no pudo hacer uso de la misma hasta el fallecimiento de su madre, Leonor de Aquitania, en 1204. Hasta ese momento las rentas de Gascuña estaban adscritas a Berenguela de Navarra, viuda del rey Ricardo I de Inglaterra y cuyo matrimonio se había concertado, precisamente, para mejorar las relaciones con Navarra y estabilizar la siempre complicada relación con los señores gascones. Leonor de Aquitania en persona viajó hasta Navarra para negociar un matrimonio por el que se entregaba como arras al rey navarro el territorio gascón más conflictivo y por el que éste cedía como dote los castillos de Rocabruna y el de San Juan a Pie de Puerto, sitos en ese mismo territorio. Es decir, la dote suponía la devolución de una parte de las arras entregadas, precisamente, el punto de partida del Camino de Santiago. En nuestra opinión, dada la menor entidad territorial de Gascuña, pero su mayor vinculación con el Camino de Santiago respecto a Aquitania justifica que se represente con una flor de lis de menor tamaño, pero con dos estrellas de ocho puntas adicionales.

En cuanto al emblema situado a la izquierda, está en un pésimo estado de conservación y nuestra interpretación debe tomarse con toda cautela. Dado que en otras triadas el emblema central va acompañado de consortes o descendientes de los personajes a los que se refiere el emblema central, esto nos hizo pensar inicialmente para este emblema en Berenguela de Navarra, a la que, como ya hemos dicho, estaban adscritas las rentas de Gascuña y que aún vivía en 1204. Sin embargo, el hecho de que en el arrocabe trasero se trate de reivindicar los derechos castellanos sobre los territorios representados y que, a partir de 1204, Alfonso VIII reclamara la posesión del condado, utilizando en vano valiosos recursos para tratar de controlarlo, nos hizo pensar que al lado del emblema de la Gascuña, de alguna forma, debería estar representada la casa castellana, a la que por dote del enlace matrimonial correspondían los derechos sobre este territorio.



El emblema es partido y parece que, en el lado derecho, heráldicamente hablando, se representa un verado ondulado y en el lado izquierdo se aprecian los restos de una cruz flordelisada, que pudiera tener otra colocada encima. Es el único emblema partido de la techumbre y pensamos que podría ser una forma de representar iconográficamente el compromiso matrimonial entre Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, representando cada partición a uno de ellos, de forma que:
  • El verado ondulado podría representar el forro de la capa del rey de Inglaterra, que protege a su hija, Leonor Plantagenet, con las rentas que nacen del condado de Gascuña, que le otorga por su matrimonio con el rey de Castilla.
  • La cruz flordelisada creemos que representa a Alfonso VIII de Castilla, ya que, hasta su matrimonio con Leonor, fue la cruz el único emblema utilizado por dicho monarca, un emblema heredado de su padre, Sancho III, y de su abuelo, Alfonso VII. Es más, a partir de 1170, y a pesar de ir introduciendo el emblema del castillo, Alfonso seguirá utilizando la cruz, especialmente en los signos rodados con los que rubrica distintos acuerdos. Así lo demuestra María Teresa Carrasco Lazareno en su profundo estudio de los sellos castellanos, en el que concluye que la cruz, que comenzó utilizando en sus sellos Alfonso VII, fue una señal “vinculada sólo a Castilla a partir de Sancho III” y que, si bien comenzaron siendo esquemáticas y estilizadas, con el tiempo, ya en el reinado de Alfonso VIII fueron “aumentando su tamaño y grosor” llegando, en el reinado de Fernando III, coetáneo a la decoración de la techumbre, a adoptar la misma morfología con la que nos las encontramos en la iglesia de las Claras de Salamanca, flordelisada y hueca. A estos efectos es mejor fijarse en la cruz que aparece en el primer tramo del arrocabe izquierdo que en las del emblema que tratamos, ya que aquella se encuentra en un relativo buen estado de conservación.

En conclusión, pensamos que el emblema izquierdo de esta triada es una forma de reflejar cómo la Gascuña estaba adscrita al matrimonio Castilla-Plantagenet, una realidad bien documentada que terminaría defendiendo incluso su nieto, Alfonso X, si bien este se desharía del conflictivo condado cuando concertó el matrimonio de su medio hermana, Leonor de Castilla, con el heredero de Inglaterra, el futuro Eduardo I. El control sobre Gascuña pasaba así a la corona inglesa como parte del acuerdo matrimonial, tras haber sido armado caballero el príncipe Eduardo en el monasterio de las Huelgas de Burgos por Alfonso X.

Carrasco Lazareno, M. T. (2012). Págs. 63-170.


El ducado de Aquitania, el gran feudo de la matriarca

Dejando para el final la interpretación de la triada de emblemas centrales, el siguiente grupo de escudos es el único que no es una triada, sino una pareja. A la derecha encontramos el cuartelado de Fernando III y a la izquierda un escudo en losange que contiene en campo de gules una enorme flor de lis de oro superada por dos estrellas de ocho puntas del mismo tono.



Carecemos de referencias historiográficas que nos sirvan de aval para identificar este emblema con algún territorio de influencia castellana o Plantagenet, ahora bien, estando representado el reino de Inglaterra, era necesario que también lo estuviera el feudo principal de la abuela materna de la reina Berenguela, el ducado de Aquitania. Tal vez la interpretación de este emblema se comprenda mejor si, junto con esta pareja, nos fijamos en la triada de emblemas situada a continuación. En ambas agrupaciones de emblemas el principal es muy similar: una flor de lis acompañada de estrellas de ocho puntas. En la pareja de emblemas la flor de lis es sensiblemente más grande, de hecho es la flor de mayor tamaño de toda la techumbre, y se acompaña de dos estrellas. En la triada la flor será algo más pequeña, pero está acompañada de cuatro estrellas. Pensamos que es ésta una forma de representar los dos feudos de la madre de Leonor Plantagenet y abuela de Berenguela de León y de Castilla, el ducado de Aquitania y el condado Gascuña, por medio de un recurso iconográfico comparativo, es decir, ante la ausencia en esa época de armas propias asentadas para identificar independientemente esos territorios, al menos no han trascendido a nuestros días, se optó por representar con una flor más grande al territorio principal, el ducado de Aquitania, y, el más pequeño, el condado de Gascuña, con una iconografía idéntica, pero con una figura menor. De hecho, es posible que, como territorio perteneciente a la dote de Leonor Plantagenet, Berenguela estuviera más interesada en representar Gascuña que Aquitania, aunque esta segunda era necesaria para poder significar a la otra.





Por lo que se refiere a la elección de la figura de la estrella de ocho puntas para estos dos emblemas podemos aportar que el Códice Calixtino relata, en su cuarto libro, cómo el Apóstol Santiago se le apareció al emperador Carlomagno incitándole a liberar su tumba de manos musulmanas e indicándole, por medio de un camino de estrellas, la ruta a seguir. Ese camino, que venía desde Frisia atravesando toda Europa, tenía como encrucijada la Gascuña para después continuar por Vasconia, Navarra, Castilla, León y Galicia, donde estaba el Finisterre, el destino final. Era por tanto Gascuña un terreno íntimamente ligado al Camino de Santiago y en el que se considera que nace la tradicional Vía Aquitania, precursora del actual Camino Francés, concretamente en la localidad pirenaica de San Juan a Pie de Puerto. El emblema de ese camino de estrellas era precisamentre una estrella de ocho puntas, un motivo con el que nos hemos topado varias veces al estudiar la techumbre, por ejemplo, en un sello del siglo XIII de la villa peregrina de Estella (Navarra), en la capilla de Santiago del Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas, en el cojín sobre el que reposaba la cabeza de la fallecida reina Berenguela o encima de la tumba del Apóstol.


Estrellas de ocho puntas encontradas en la cabecera de la iglesia románica de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia) durante su restauración


[1] Martin Duque, A. J. (1999). Vasconia en la Alta edad Media. Somera aproximación histórica. Revista Internacional de Estudios Vascos, 44. Págs. 399-439.

Legítimo es el fruto de tu vientre

Hoy queremos hablar del sexo de las flores y, por qué no, del de las reinas y concubinas reales de la Baja Edad Media, pero no os confundáis...