lunes, 14 de agosto de 2023

La casulla del Cantuariense

El extraordinario vuelo de la chova piquirroja comenzó con la convicción de que la representación en la techumbre de una iglesia salmantina de dicho córvido, acompañado de un emblema con un castillo de oro en campo de gules, solamente podía representar la unión de Leonor Plantagenet con Alfonso VIII de Castilla, matrimonio real del que nacería una hija llamada Berenguela, una mujer extraordinaria, nieta de Leonor de Aquitania y sobrina de Ricardo Corazón de León, linaje que tuvo como santo protector a santo Tomás de Canterbury. Más tarde, la documentación conservada en el convento al que pertenece la iglesia nos confirmó que dicho templo se construyó con el apoyo de Fernando III de Castilla y de León, que correinó junto a su madre Berenguela, así que esa convicción no pudo más que afianzarse. 


La chova piquirroja ha sido una figura habitual en los blasones de la nobleza inglesa, pero el hecho es que su empleo como emblema de santo Tomás de Canterbury se pierde en lo legendario. Para unos, la representación deriva del milagro ocurrido la noche de su asesinato, cuando un cuervo habría chapoteado y picoteado en su sangre, convirtiéndose así en chova piquirroja. Para otros alude a la nariz ganchuda del progenitor de Becket o incluso a la del mismo santo. En cualquier caso, existen documentos que acreditan la relación de Becket con el emblema desde su fallecimiento y la chova piquirroja está tan ligada al arzobispo en el arte del blasón que su figura se conoce como beckit en la Heráldica inglesa.


Escudo actual de la ciudad de Canterbury, en cuya catedral fue asesinado el arzobispo Thomas Becket, canonizado en 1173 a causa de su martiro y conocido en los reinos cristianos hispánicos como santo Tomás Cantuariense. 


Blasón atribuido en el siglo XIV al arzobispo Thomas Becket y que todavía se puede ver en el claustro de la catedral de Canterbury.


Video en el que se muestra el emblema atribuido al arzobispo Thomas Becket y que se conserva en el claustro de la catedral de Canterbury.

El caso es que ayer mismo, y gracias a la amable invitación de la comunidad anglicana de Salamanca, pudimos visitar la iglesia de Santo Tomás Cantuariense, un templo cuya construcción se cree que comenzó en 1175 por iniciativa de dos hermanos ingleses, Ricardo y Randulfo, que trabajaban como maestros en las escuelas catedralicias. Tenemos muchas dudas al respecto de que esta datación y patrocinio sean ciertos, pero dejémos ese asunto para otro día, porque lo que buscábamos ayer en este templo, aparte de un agradable rato de oración y buena compañía, eran los restos de unos frescos del siglo XIII en los que todavía se puede ver una representación del santo inglés, ésta que podéis ver a continuación. 



Una foto en blanco y negro encontrada por Internet era lo único que teníamos, así que había que conseguir una mejor imagen, sobre todo porque unas manchas negras estampadas en la casulla del arzobispo nos habían llamado poderosamente la atención... 


Desde luego, parecen unas aves negras en vuelo, de momento os mostramos la imagen y que al menos esto sirva, como fue siempre nuestro propósito, para entretener y dar a conocer un poco más la historia de nuestra ciudad, Salamanca, esa que nunca deja de sorprenderte y en la que tenemos la gran fortuna de vivir. Porque la cuestión es que no sabemos si alguien podrá asegurar algún día que eso que vemos pintado sobre la casulla del santo son chovas piquirrojas o unas simples manchas negras. De hecho, ni siquiera estamos seguros de que haya alguien al que le interese saberlo. 


Chova piquirroja, emblema atribuido al arzobispo Thomas Becket, pintada sobre el arrocabe trasero de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca.

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