lunes, 1 de mayo de 2023

Leonor de Aquitania y el Camino de las Estrellas

Al final de la entrada titulada "La dolorosa pérdida del condado de Poitou" hicimos referencia al emblema del arrocabe trasero que representa a Leonor de Aquitania como reina por medio de una gran flor de lis de oro en campo de gules acompañada de dos estrellas de ocho puntas. Tras descartar otras opciones interpretativas, tales como el carbunclo del condado de Anjou o la estrella del sello de Ricardo Corazón de León, consideramos que lo más factible es que las estrellas hagan referencia a la relevancia que para la familia Plantagenet-Aquitania tuvo el Camino de Santiago. De esta forma tendría sentido que Berenguela considerara a su abuela como la reina del Camino de las Estrellas, precursor del Camino Francés, que en su origen medieval era conocido como Vía Aquitania.


El hecho es que la Vía Aquitania permitía, pasando por territorios dominados o influidos por los Plantagnet-Aquitania, unir los dos Finisterres continentales europeos, el del reino de León y el del ducado de Bretaña, ubicado este último además en una provincia llamada Pays de León. Partiendo del ducado de
 Bretaña se pasaba por el ducado de Poitou, por el condado de Angulema, por el ducado de Aquitania, por el condado de Gascuña, por el reino de Navarra y por el reino de Castilla. Para completar la Vía Aquitania únicamente quedaba atravesar el reino de León y llegar a Compostela, y esto es precisamente lo que representa la triada de emblemas colocados en el centro del arrocabe trasero: la entrega póstuma del reino de León a Leonor de Aquitania para así completar el camino que llevaba de Finisterre a Finisterre.







De arriba a abajo la representación en el arrocabe trasero de los territorios de Bretaña, Poitou, Angulema, Aquitania, Gascuña y Navarra. Gracias a la posesión de algunos de estos territorios, a la influencia sobre otros y a la presencia de Berenguela como reina en Castilla y en León la familia Plantagenet-Aquitania extendía sus dominios del Finisterre del Pays de León bretón al Finisterre gallego del reino de León. 

No vamos a negar que, probablemente, el objetivo principal era conectar por tierra los territorios propios, sin embargo, hay otras circunstancias históricas que apoyan la existencia de ese ansia de control de la Vía Aquitania por parte de la familia Plantagenet-Aquitania. El caso más revelador es el de las arras que Alfonso VIII entregó por su matrimonio con Leonor Plantagenet: más de treinta castillos y lugares, todos ellos situados en el Camino de Santiago. Años después, estas mismas propiedades pasarían a manos de Berenguela como dote de su matrimonio con Alfonso IX León, lo que se hizo por expreso deseo de su madre.

Recordemos también que Leonor Plantagenet promovió y que su hija Berenguela terminó la construcción del Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas y el Hospital del Rey, originalmente de la Reina, en Burgos, en pleno Camino de Santiago, y ambos bajo el mando de una abadesa con tanto poder que únicamente rendía cuentas al papa. En el monasterio, pensado como panteón familiar y en que el reposan madre e hija, se construyó también una capilla dedicada al Apóstol Santiago, cuya techumbre mudéjar se decoró con estrellas de ocho puntas. Cuenta la capilla con una imagen sedente de brazo articulado, conocido popularmente como Santiago del Espaldarazo, pensada para que, en las ceremonias en las que se armaba caballero a los reyes de Castilla, fuera el Apóstol quien hiciera las veces de armador. Allí se nombraron caballeros a Fernando III y a Alfonso X, hijo y nieto de Berenguela respectivamente.

Sin duda, el Camino de Santiago, siendo una ruta recorrida por muchos nobles, generaba riqueza económica y su control en un amplio recorrido era fundamental para el funcionamiento del sistema de credenciales que estableció la Orden del Temple para evitar viajar con dinero. Tal vez esto es lo que tenía en mente Leonor de Aquitania cuando concertó el matrimonio de su hija Leonor Plantagenet con Alfonso VIII de Castilla, el reino que contaba con el mayor tramo de Camino atravesando su territorio. En este sentido cabe recordar que la familia Plantagenet-Aquitania fue una fiel promotora del Temple y que Ricardo Corazón de León fue sepultado con hábito templario.

Pero al margen de estas cuestiones económicas, todo apunta a que había también razones sentimentales y religiosas en la intención de mantener el Camino en el área de influencia de la familia. El ejemplo más claro tal vez sea el empecinamiento en mantener la Gascuña. Ya hemos contado en una entrada anterior que, cuando se produjo el enlace entre Ricardo Corazón de León y Berenguela de Navarra, la familia aquitana se desprendió de la parte más conflictiva de la Gascuña, pero se reservó para sí el considerado como punto de partida de la Vía Aquitania, el castillo de la localidad de San Juan a Pie de Puerto. Pero, cuando al fallecer la matriarca, Castilla adquirió la posesión de la Gascuña (dote de Leonor Plantagenet en su enlace con Alfonso VIII) cuentan los cronistas que el monarca pronto se dio cuenta de que era más útil “arar una piedra” que invertir recursos en aquel estéril condado de hostiles habitantes [1]. De hecho, se ha llegado a documentar que fueron las razones sentimentales de su esposa, Leonor Plantagenet, la causa de que el rey castellano se empeñara en mantener el control de ese territorio. Tanto es así que cuando, fallecido Ricardo Corazón de León, las relaciones con Navarra se complicaron, Alfonso VIII luchó para recuperar el territorio de las actuales provincias vascas extendiéndose en su conquista más allá del río Urumea y llegando hasta el Bidasoa. Consiguió así algo de territorio adicional a lo que un día había sido suyo, pero estratégicamente fundamental ya que permitía conectar Castilla con Gascuña y abrir una Vía Aquitana alternativa por territorios de su propiedad. Esta ruta sería potenciada después por sus descendientes [2].


Vía Aquitania, el Camino de Santiago primigenio. En este plano se puede ver como Alfonso VIII desvió la Vía para que pasara por sus dominios, los de su esposa, Leonor Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania. 

La prueba de que todos estos esfuerzos eran más de cariz sentimental que económico es que, fallecidas Leonor Plantagenet y Berenguela de León y de Castilla, a la primera de cambio, Alfonso X, tataranieto de Leonor de Aquitania, entregó Gascuña a Inglaterra. Lo hizo en 1254 como parte de la dote del enlace entre su hermanastra, Leonor de Castilla (1241-1290), y el futuro Eduardo I de Inglaterra (1239-1307).


Santiago del Espaldarazo (siglo XIV). Con una escultura anterior a ésta fueron armados caballeros en Las Huelgas Fernando III, Alfonso X y el príncipe Eduardo de Inglaterra que, ironías del destino, con el "espaldarazo" del Apóstol se llevó de vuelta el problemático condado de la Gascuña, que en 1254 solamente suponía un problema para Castilla. 

Y entre todos estos indicios de la relevancia que tenía el Camino para el clan Plantagenet-Aquitania hay uno especialmente significativo: que el padre de Leonor de Aquitania, Guillermo X, pueda estar enterrado en la catedral de Santiago. Lo que hoy es duda no debió de serlo hace ocho siglos para los descendientes inmediatos del Duque de Aquitania. Si esto fuera así, cobraría mucho más significado que Berenguela quisiera representar la entrega póstuma del reino de León a su abuela Leonor de Aquitania en el centro del arrocabe trasero de nuestra techumbre. Sería el resultado de una especie de misión familiar: que el camino hasta la tumba de su abuelo pudiera hacerse por territorios del "imperio aquitano". En este sentido, la Concordia de Benavente en 1230 suponía el final de su peregrinaje familiar: Compostela, por fin, era suyo.


Guillermo X de Aquitania en su lecho de muerte, tras haber perdido la consciencia durante la misa de Viernes Santo del año 1137 en la catedral de Santiago de Compostela.

Así las cosas sería imposible terminar esta entrada sin hacer referencia al Romance de don Gaiferos de Mormaltán y a la identificación que tradicionalmente se ha hecho de su protagonista con el duque Guillermo X de Aquitania. Los últimos estudios [3] afirman que hay base suficiente para pensar que la figura del Duque inspiró este poema en el que se narra la muerte y el posterior sepelio de un peregrino. Además se cree también que fue el mismo Guillermo el que se inventó el seudónimo Gaiferos de Mormaltán con la intención de pasar inadvertido durante su peregrinaje, escondiéndose del mismo modo que, utilizando códigos del amor cortés, se camufla su bisnieta en la techumbre de Santa Clara de Salamanca. Ambos, duque y bisnieta, juegan con la Historia y con los que tratan de desentrañarla. 


I onde vai aquil romeiro, meu romeiro a donde irá,
camiño de Compostela, non sei se alí chegará.
Os pés leva cheos de sangue, xa non pode máis andar,
malpocado, probe vello, non sei se alí chegará.
Ten longas e brancas barbas, ollos de doce mirar,
ollos gazos leonados, verdes como a auga do mar.
–I onde ides meu romeiro, onde queredes chegar?
Camiño de Compostela donde teño o meu fogar.


[1]  Martínez. H. S. (2012). Berenguela la Grande y su época (1180-1246). Madrid, Polifemo. Págs. 57-58.

[2] Varios (2021). La calzada vía Aquitania. (tramo castellano Burgos – Palencia). Burgos. Asociación de Amigos del Camino de Santiago Vía Aquitania (Sasamón, Burgos).

[3] Anguita Jaén, J.M. (2021) Gaiferos De Mormaltán y el Duque Guillermo X de Aquitania: entre Jofre de Monmouth y Manuel Murguía. Cuadernos de Estudios Gallegos, LXVIII Núm. 134 (enero-diciembre 2021), págs. 91-123.

Leonor de Aquitania: reina póstuma de León

Dedicamos esta entrada a la triada de emblemas que se sitúa justo en el centro del arrocabe trasero de la techumbre y que representa el culmen de las triadas anteriormente comentadas.

En el lienzo dedicado a la reina Beatriz de Suabia vimos cómo para representarla fallecida se tomaba su emblema personal, se respetaba el campo del mismo, y la figura, manteniendo su color, se tornaba en una banda. Teniendo esto en cuenta, la representación de Leonor de Aquitania como reina fallecida debería realizarse con un emblema de campo de gules y una banda de oro, el color de su leopardo. Pues bien, precisamente este es el emblema que tenemos justo en el centro del arrocabe trasero, que está además enmarcado en un losange de realeza. No obstante, en este caso acompañan a la banda dos flores de lis de oro, una a cada lado de la misma.



Reconstrucción del emblema por José Moreiro Píriz.

Los emblemas que flanquean este emblema funerario son:

- A su izquierda se puede ver uno similar a los que representan a Berenguela en otros puntos del artesonado. En esta ocasión, los cuarteles de los castillos los ocupan unas flores de oro en campo de sable y los leones mantienen su color púrpura original sobre su campo de plata. Se representaría así a la reina Berenguela en duelo por la muerte de su abuela, acaecida en el año 1204, pero indicando, simultáneamente, que el reino de León no está de luto ya que Leonor de Aquitania no es miembro de la familia real leonesa. 


- A su derecha, un emblema con el mismo contraverado que, representando a Teresa de Portugal, se puede ver por encima de los emblemas de la ciudad de Salamanca en el primer lienzo del arrocabe derecho de la techumbre.


Emblema que representa a Teresa de Portugal, primera esposa de Alfonso IX de León, en el primer lienzo del arrocabe derecho y que es igual al que flanquea el emblema de Leonor de Aquitania difunta en el arrocabe trasero. 

La representación de los emblemas de las dos esposas y reinas de Alfonso IX de León flanqueando al de la difunta Leonor de Aquitania entendemos que debe interpretarse en el contexto de lo acontecido en 1230 con la sucesión al trono leonés. Es decir, se representaría así en el arrocabe trasero el pacto alcanzado por las dos madres en Valencia de don Juan y la posterior firma del mismo en Benavente el 11 de diciembre de ese mismo año. Este salto en el tiempo, de 1204 a 1230, podría tener una doble finalidad:

- Representar el ejemplo de Leonor de Aquitania como inspirador del pacto entre las madres y de la ulterior Concordia de Benavente. Berenguela podría estar dando las gracias de este modo a su abuela por todo lo que había aprendido de ella en materia de política y diplomacia. En este sentido, cada flor de lis del emblema central podría ser la rúbrica de cada una de las reinas de León esposas de Alfonso IX: Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla.

- Representar la entrega, a modo de ofrenda, de la corona de León al imperio aquitano de la abuela de Berenguela. De esta forma, el reino leonés se uniría en 1230 al resto de territorios y títulos representados en el arrocabe trasero: Aquitania, Poitou, Gascuña y Bretaña. Al representar a Leonor de Aquitania fallecida en un losange adicional a los que hemos visto en el resto del arrocabe trasero, se estaría representando la entrega de un título más, el de reina de León a título póstumo y como consecuencia del pacto que suscribieron las dos esposas de Alfonso IX. 

Una curiosidad que no podemos dejar de mencionar: desde el travesaño derecho y en su parte más cercana al arrocabe trasero contempla esta escena un emblema con verados y bordura de gules cargada de aspas, que dijimos que representaba al hijo de Berenguela, el infante Fernando, despojado de toda posibilidad de heredar la corona de León, dada la hipotética situación de que no fuera reconocido como hijo legítimo. Sabemos que, finalmente, el recién proclamado rey de Castilla fue reconocido como heredero legítimo del reino de León en 1218, proclamándosele como monarca de este reino en 1230 y precisamente gracias al pacto suscrito entre las madres. Se da cuenta así de que la triada central de emblemas del arrocabe trasero significa el final, de una vez por todas, de la pesadilla de la ilegitimidad del hijo de Berenguela.


A la derecha de la fotografía, de derecha a izquierda, un emblema que representa a Urraca de Portugal y otro a su nieto, el infante Fernando "el Castellano". A la izquierda vemos un escudo cuartelado en sotuer de los reinos de Castilla y de León, que representa a la reina Berenguela. 

Ya hemos visto que la reina Berenguela emplea el arrocabe de esta techumbre para representar su relación con Alfonso IX en el marco del amor cortés, para relatar la cuestión sucesoria en León y para rendir homenaje a un grupo de mujeres de la realeza. Pero, llegados a este punto, podemos concluir, además, que hay dos objetivos muy concretos que siguen dos recorridos diferentes: uno en los arrocabes laterales y otro en el arrocabe trasero:

- Ofrecer a Alfonso IX la garantía de la pervivencia de su reino a través de la búsqueda de descendencia legítima. Por lo que se refiere a este fin, la última casilla de la techumbre sería el emblema de infante leonés representado en los lienzos que dan cuenta del compromiso matrimonial de Alfonso, futuro Alfonso X, con Violante de Aragón.


Emblema del reino de León contenido en el lienzo dedicado al compromiso entre el infante Alfonso y la infanta Violante de Aragón.

- Entregar póstumamente a su abuela el reino de León como un territorio más para sumar a su imperio aquitano. Y no un reino cualquiera, sino aquel en el que terminaba el camino de las estrellas, la Vía Aquitania. Algo que, como contaremos en la siguiente entrada, tal vez fuera un asunto de suma importancia para la reina Berenguela, cuyo bisabuelo, el padre de Leonor de Aquitania y abuelo de Leonor Plantagenet, el duque Guillermo X de Aquitania, había muerto y sido enterrado en Santiago de Compostela en el año 1137. 

domingo, 30 de abril de 2023

Leonor de Bretaña: la reina sacrificada

Hemos hablado de los territorios de Aquitania, Poitou y Gascuña y de su representación por medio de emblemas en el arrocabe trasero de la techumbre, pero todavía nos queda hablar de un territorio importante para el imperio Plantagenet-Aquitania que la matriarca Leonor no daba por perdido en 1204 y del que, además, descendía la que en ese momento era la heredera legítima del trono de Inglaterra. Hablamos de Bretaña, un ducado integrado en el imperio familiar en virtud del matrimonio de Godofredo, hijo de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, con Constanza de Bretaña. Además, dada la importancia de este territorio y lo peculiar de las figuras que se distinguen en la última triada de emblemas del arrocabe trasero, pensamos que la misma está relacionada con la situación del ducado de Bretaña en el año 1204.


Fallecidos Godofredo primero y Constanza después, quedaron dos hijos huérfanos: Arturo, educado en la corte francesa bajo la protección del rey Felipe Augusto y Leonor, la conocida como La Damisela o Perla de Bretaña, criada por su abuela Leonor Plantagenet y por su tío Ricardo Corazón de León.


Leonor, La Perla de Bretaña, debería haber heredado el trono de Inglaterra tras la muerte de Ricardo Corazón de León y de su hermano Arturo, pero fue secuestrada y mantenida cautiva por su tío Juan sin Tierra, que así pudo mantener el trono que le había arrebatado al hermano de la Damisela. 

Aun admitiendo las desavenencias en el derecho sucesorio de los distintos territorios del Imperio Angevino parece ser que, al fallecer Ricardo Corazón de León, Arturo debía haber ascendido al trono en virtud de la línea de sucesión de su padre, dado que Juan sin Tierra era menor que Godofredo. Ahora bien, la estrecha relación entre Arturo y el rey francés no era del agrado de Leonor de Aquitania, que veía peligrar el control sobre sus territorios, si llegaba a reinar su nieto. En consecuencia, Juan sin Tierra fue coronado rey de Inglaterra en 1199, desatándose así una guerra familiar por los territorios continentales que se saldará con la desaparición en extrañas circunstancias de Arturo de Bretaña en el año 1203.

Pero el caso es que quedaba una descendiente más de Godofredo, Leonor de Bretaña y, para evitar que los que habían sido partidarios de su hermano Arturo lograran coronarla, el rey Juan decidió secuestrarla y ponerla bajo su custodia. Parece que, en un principio, hasta 1207, año en el que el rey de Inglaterra tuvo descendencia, se trató de un cautiverio preventivo y temporal ya que, de haber fallecido Juan, ella habría sido la heredera. Sin embargo, una vez que hubo un heredero, Juan y su hijo Enrique la mantuvieron prisionera hasta el día de su muerte, el 10 de agosto de 1241. No obstante, aquello se quiso hacer pasar como un retiro dorado para la que llamaban “querida prima” y a la que trataban de duquesa y cuidaban como princesa. De poco sirvieron los intentos por liberarla del rey de Francia, tal vez animado por Blanca de Castilla, que no dieron sus frutos ni cuando, modificada la ley inglesa, la sucesión para los descendientes de Enrique III parecía garantizada.

En cualquier caso, este secuestro tuvo un precio para el imperio familiar ya que con Leonor retenida no se podía reclamar la propiedad del ducado de Bretaña. En consecuencia, el título fue entregado a su hermanastra, Alix de Bretaña, hija del segundo matrimonio de Constanza de Bretaña. Es decir, en los términos ajedrecistas utilizados para describir otros sucesos que narran los emblemas de la techumbre, podríamos decir que se estaba sacrificando una reina por un bien mayor: mantener, al menos en vida de Leonor de Aquitania, el control sobre el tablero que era el imperio que ella y su esposo habían levantado.

Dicho todo lo anterior, ahora nos volveremos a centrar en la techumbre y, si miramos el extremo derecho del arrocabe trasero, junto al omnipresente escudo cuartelado de Castilla y de León, vemos en el centro un emblema en losange de tonos aquitanos en el que, por su mal estado, apenas observamos el comienzo de unas barras estrechas, es decir, de líneas diagonales inversas a la banda. Ya hemos visto en otros emblemas de la techumbre que una banda dibujada en el campo de un emblema representa la muerte del que lo ostenta. En el arrocabe trasero hemos visto como, por haberse perdido para el imperio familiar, el condado de Poitou se representa con un campo de plata sin figura. En línea con este tipo de argucias representativas pensamos que las barras estrechas de este emblema son la forma de representar la situación del ducado de Bretaña en 1204 desde el punto de vista de la familia aquitana: el gobierno de un territorio en manos de alguien que no es de la familia, Alix de Bretaña, pero sin renunciar a los derechos que los Plantagenet-Aquitania tenían sobre ese territorio.



Reconstrucción del emblema por José Moreiro Píriz.

A su lado, un emblema verado en tonos de duelo (oro y sable) con una peculiaridad: debajo de cada línea de verado antiguo se dibuja otra línea horizontal y, en medio de ambas, constantes cortes verticales, como si el verado, que recordamos que representaba el manto protector del rey,  quisiera alargarse más de lo normal. Hasta ahora hemos visto este tipo de emblemas en reinas viudas o de matrimonio anulado, sin embargo, en este caso, si aceptamos que el mismo se refiere a Leonor de Bretaña, hay tres razones que justifican la peculiaridad comentada: en primer lugar, no es una reina viuda, sino una huérfana; en segundo lugar, es heredera de trono, es decir, la titular de una línea de sucesión y, por último, la protección verada que se le está dispensando es especial, incluso podríamos decir que reforzada, dado que se la mantiene tutelada pero cautiva en realidad.



Reconstrucción del emblema por José Moreiro Píriz.

El indómito condado de la Gascuña

El Códice Calixtino relata, en su cuarto libro, cómo el Apóstol Santiago se le apareció al emperador Carlomagno incitándole a liberar su tumba de manos musulmanas e indicándole, por medio de un camino de estrellas, la ruta a seguir. Ese camino, que venía desde Frisia atravesando toda Europa, tenía como encrucijada la Gascuña para después continuar por Vasconia, Navarra, Castilla, León y Galicia, donde estaba el Finisterre, el destino final. Era por tanto Gascuña un terreno íntimamente ligado al Camino de Santiago y en el que se considera que nace la tradicional Vía Aquitania, precursora del actual Camino Francés, concretamente en la localidad pirenaica de San Juan a Pie de Puerto. El emblema de ese camino de estrellas era precisamentre una estrella de ocho puntas, un motivo con el que nos hemos topado varias veces al estudiar la techumbre, por ejemplo, en un sello del siglo XIII de la villa peregrina de Estella (Navarra), en la capilla de Santiago del Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas, en el cojín sobre el que reposaba la cabeza de la fallecida reina Berenguela o encima de la tumba del Apóstol.


Estrellas de ocho puntas encontradas en la cabecera de la iglesia románica de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia) durante su restauración.

Pues bien, siguiendo el orden que impone el sentido en el que miran los leones pintados sobre el arrocabe, la siguiente triada de emblemas, situada en el lateral derecho del arrocabe trasero, entendemos que representaría al condado de Gascuña.


La Gascuña, cuyas fronteras fueron cambiantes, ocupaba la parte suroeste de Francia, al sur del río Garona y al norte de lo que hoy se denomina País Vasco francés. Una zona entre Navarra y Aquitania que, por lo indómito de sus habitantes y del territorio, dio a sus señores muchos sinsabores y pocas alegrías. En el contexto de nuestra techumbre, hablar de Gascuña obliga a diferenciar su situación antes y después de abril de 1204, cuando se produce la muerte de Leonor de Aquitania. Esto es así porque en la dote de Leonor Plantagenet constaba que este condado pasaría a manos castellanas cuando Leonor de Aquitania, su madre, falleciera. Pero hasta entonces, la Gascuña fue gestionada y defendida por Leonor de Aquitania y, en especial, por su hijo, Ricardo Corazón de León, hasta su fallecimiento en 1199. Tras su muerte, las rentas del rey quedaron adscritas a su viuda, Berenguela de Navarra, hasta el fallecimiento de la matriarca aquitana.

El matrimonio entre Ricardo Plantagenet y Berenguela de Navarra, prima hermana de Alfonso VIII, se concertó por la conveniencia de reforzar las relaciones con el rey navarro, Sancho VI el Sabio, al que comenzaban a rendir vasallaje varios señores gascones. Leonor de Aquitania en persona viajó hasta Navarra para negociar un matrimonio por el que se entregaba como arras al rey navarro el territorio gascón más conflictivo y por el que éste cedía como dote los castillos de Rocabruna y el de San Juan a Pie de Puerto [1]. Es decir, la dote suponía la devolución de una parte de las arras entregadas, precisamente, el punto de partida del Camino de Santiago.

Una vez viuda Berenguela de Navarra, su cuñado y nuevo Rey, Juan sin Tierra, se negó a reconocerle los derechos que le correspondían, siendo el rey de Francia, Felipe Augusto, suegro de Blanca de Castilla, quien la protegió con la entrega del señorío de Le Mans, donde fundó la abadía cisterciense de L'Epau, donde falleció y fue enterrada. A los pies de su sepultura hay labrada la imagen de un León (símbolo de Ricardo) protegiendo a un perro (símbolo de la esposa fiel) que nos recuerda la protección que como viuda del monarca inglés le correspondía [2].



Efigie tumbal de Berenguela de Navarra en la abadía cisterciense de L'Epau (Le Mans). 

Volviendo a la triada de emblemas mencionada anteriormente, al margen del reiterado de Castilla y de León, podemos ver:

- El central, enmarcado losange, que es un escudo apuntado en el que, dado su mal estado, apenas se distinguen, sobre un campo de gules, una flor de lis, un par de estrellas de oro de ocho puntas y los restos de otra. Todo apunta a que se trataba de un emblema de una flor de lis rodeada de cuatro estrellas de ocho puntas. Sería ésta una forma de representar el condado de la Gascuña, del que era titular Leonor Plantagenet, y su vinculación con el Camino de Santiago.



- A su lado, un emblema partido en el que, a pesar del mal estado, se puede ver a la izquierda un verado ondulado en todos de duelo (oro y sable) junto con dos cruces flordelisadas en lado derecho, cruces identificativas de órdenes religiosas medievales como el Císter. Se representaría así a Berenguela de Navarra en su doble condición de protegida del reino inglés (la parte verada ondulada) y fundadora de la abadía cisterciense de L'Epau, donde tal vez profesara, vista su identificación con la cruz.




[1] Martin Duque, A. J. (1999). Vasconia en la Alta edad Media. Somera aproximación histórica. Revista Internacional de Estudios Vascos, 44. Págs. 399-439.

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