lunes, 18 de septiembre de 2023

Un pequeño punto negro en la techumbre

Según nuestra interpretación de la decoración de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca y tal como se contó en la entrada de este Blog, cuyo título es "Juana de Ponthieu, la segunda esposa de Fernando III", en los lienzos VI tanto del arrocabe derecho como del izquierdo aparecen unos emblemas que representan a esta reina y a los hijos que tuvo durante su matrimonio con el rey de Castilla y de León. Este matrimonio, que duró de 1237 a 1252, año éste último de la muerte del rey, tuvo como fruto cinco hijos, aunque solamente llegaron a la vida adulta dos niños y una niña, que, siendo hijos de la segunda esposa del monarca, pocas opciones tenían de reinar, aunque Leonor, la niña, terminaría convirtiéndose nada más y nada menos que en reina de Inglaterra.


Emblema que en la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca representa, según nuestra interpretación, a la reina Juana de Ponthieu, segunda esposa de Fernando III de Castilla y de León. El palo de gules podría representar al rey y los cinco roeles negros a los hijos que tuvo con él: Fernando, Leonor, Luis, Simón y Juan.


Simón murió durante su juventud y Juan en el momento de su nacimiento, son los dos roeles que faltan ya que el matrimonio real pasa de tener cinco hijos a tener tres. El palo se convierte en banda, símbolo de luto.


Armas de la reina viuda Juana cuando se convirtió en condesa de Ponthieu y que conservan la banda y los roeles del emblema con el que se la representa en la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara, pero tornadas en gules y oro respectivamente, colores de los Plantagenet y de Castilla. 

En efecto, Leonor de Castilla, nacida en Burgos en 1241, uno de esos puntitos negros del emblema que su abuela Berenguela elegió para representar a su madre, Juana de Ponthieu, se casó el 18 de octubre de 1252 en el monasterio de Las Huelgas con el príncipe Eduardo de Inglaterra, futuro rey Eduardo I. La intención original de este matrimonio era sellar la paz entre Enrique III de Inglaterra, padre de Eduardo, y Alfonso X de Castilla y de León, medio hermano de Leonor, por la posesión del condado de Gascuña, en litigio desde que la hija de Enrique II de Inglaterra, Leonor Plantagenet, la llevó en dote al casarse con Alfonso VIII de Castilla en 1170.


Eduardo I de Inglaterra y Leonor de Castilla en un manuscrito de principios del siglo XIV procedente de la catedral de Rochester. 

A pesar de que se trató del habitual matrimonio convenido entre reinos, parece que Leonor y Eduardo se enamoraron locamente uno del otro, hasta el punto que fueron juntos  a hacer la Novena Cruzada, durante la cual la princesa salvó la vida de su esposo succionando el veneno de una víbora que le había mordido en el tobillo. Fue a la vuelta de esa aventura en Tierra Santa, en 1272, cuando fueron proclamados reyes de Inglaterra. 


Eduardo I de Inglaterra y Leonor de Castilla representados en la catedral de la ciudad inglesa de Lincoln.

Leonor murió el 28 de noviembre de 1290 en Harby, condado de Lincolnshire, a los cuarenta y nueve años de edad, y fue sepultada en la Abadía de Westminster. En su camino de Harby a Westminster, el desconsolado monarca ordenó que en cada parada del real cortejo hasta la morada final de la reina Leonor se erigiera una cruz conmemorativa, elevándose doce de estas cruces, de las que sólo se conservan tres de ellas en su versión original, las de Geddington, Hardingstone y Walthan. Son las conocidas como Cruces de Leonor, de las que la más conocida es la de Charing Cross, ese cruce de caminos por el que transitan tantos turistas españoles sin percatarse de que por allí pasó el cortejo fúnebre de una hija de Fernando III de Castilla y de León que llegó a ser reina de Inglaterra. 


Cruz de Leonor en Charing Cross (Londres), aunque no se trata de la original de finales del siglo XIII, sino de la que se construyó para reemplazarla durante el reinado de la reina Victoria.


Cruz de Leonor en Geddington, una de las tres originales que se conserva.


La reina inglaterra Leonor de Castilla fue embalsamada y sus vísceras se intrujeron en un sepulcro en la catedral de Lincoln. Dicho sepulcro fue destruido durante la Guerra Civil Inglesa pero podemos ver como era gracias a este dibujo realizado por el artista William Sedgwick.


Sepulcro de bronce de Leonor de Castilla (1241-1290), reina de Inglaterra e hija de Fernando III de Castilla y de León y de Juana de Ponthieu, en la abadía de Westminster. 

Se sabe que Eduardo I de Inglaterra fue un ferviente devoto de santo Tomás de Canterbury, suponemos que su esposa Leonor de Castilla también, y, según una investigación llevada a cabo por Paul Medforth y Ros Ibbison, fue el más que probable promotor de la construcción de una armadura de madera en la sala capitular de la catedral de York, una techumbre que estuvo decorada con veinticuatro chovas piquirrojas hasta su restauración, llevada a cabo a finales del siglo XVIII. Así las cosas, tendríamos a Berenguela ordenando la construcción de una techumbre decorada con chovas piquirrojas en Salamanca y al rey de Inglaterra encargando otra decorada con la misma ave en York y en fechas coincidentes con la muerte de su primera esposa, Leonor, la nieta de la que fuera reina madre en Castilla y en León. Muy interesante...


Dibujo de Joseph Halfpenny (1748-1811) de la armadura de madera en forma de cúpula que se cree que mandó construir hacia 1290 el rey Eduardo I de Inglaterra en la sala capitular de la catedral de York.


Detalle del dibujo anterior en el que se pueden apreciar las chovas piquirrojas que, agrupadas de tres en tres, suman veinticuatro. 


Los investigadores independientes Paul Medforth y Ros Ibbison han reconstruido digitalmente la decoración original de la cúpula de la sala capitular de la catedral de York. Han utilizado para ello testimonios escritos y grabados en los que se registra la representación en esta techumbre de veinticuatro córvidos con el pico y las patas de color rojo. 

sábado, 9 de septiembre de 2023

Unas familias no tan nobles (Los Maldonado)

Si has venido como turista a Salamanca, es seguro que te han contado las historia de un escudo con cinco flores de lis, omnipresente en la Casa de las Conchas, palacio urbano construido por encargo de Rodrigo Maldonado de Talavera (1456-1517). Los Maldonado, poderosa familia, contaban que las cinco flores de lis de oro de sus armas las había ganado un antepasado suyo, Hermán Pérez de Aldana, en un duelo con un pariente del rey de Francia, así que eso es lo que se sigue contando a día de hoy en versiones más o menos adornadas. Además, como el rey, al verse obligado a ceder cinco de sus ocho flores de lis, dijo eso de que "Je te le donne, bien qu'elles soyent maldonnés", con ese "maldonnés" el apellido de la ilustre familia pasó de ser Aldana a Maldonado. La historia suena a fábula, desde luego, ya que, por muy importantes que fueran los Maldonado, no parece creíble que un antepasado suyo pudiera despojar al rey de los franceses de nada en absoluto. Además, la casa de Valois nunca lució ocho flores de lis en su emblema y la versión más extendida de la historia sitúa la acción en el siglo XI, cuando ni siquiera el rey de los francos usaba ese blasón. 


Armas de los Maldonado en la Casa de las Conchas de Salamanca. 


Blasón de los Maldonado, esa familia que afirmaba que su linaje se remontaba a Teodorico, rey de los ostrogodos, lo que demuestra que nuevos ricos con pretensiones los ha habido toda la vida. 


Armas de la casa de Valois. Según la leyenda del escudo de los Maldonado, un antepasado les ganó cinco flores de lis en un duelo y sólo les quedaron tres. 

En la decoración de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara podemos ver repetido cuatro veces un emblema con cinco flores de lis de oro dispuestas en sotuer sobre un campo de gules, así que, cuando se descubrió esta estructura en el año 1973, la interpretación fue blanco y en botella: aquella decoración heráldica estaba compuesta por blasones de familias nobles salmantinas, entre ellas la de los Maldonado.


Emblema con cinco flores de oro dispuestas en sotuer sobre un campo de gules que se puede ver pintado en la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca. 

En dos de esas cuatro ocasiones en las que aparece dicho emblema está enmarcado con un losange, lo que significa que representa a un rey o de una reina. De hecho, en el monasterio de Santa María la Real de Nieva (Segovia) la reina Catalina de Lancaster (1373-1418) mandó esculpir su emblema de la piña con ese mismo marco. Por este pequeño detalle comenzamos a pensar que éste no podía ser el blasón de los Maldonado, que nunca formaron parte de la realeza. 



Para nosotros, en el contexto de la interpretación general que damos a esta decoración, este emblema de cinco flores de lis representa a la reina madre de León en época de Alfonso IX, Urraca de Portugal, la suegra de la reina Berenguela. Sabemos que la flor de lis venía usándose para representar a la realeza leonesa ya desde tiempos de Alfonso III y además se conserva la estampación del sello personal de Urraca de Portugal, en el que se representa a ella misma sosteniendo una flor de lis en la mano.


Alfonso III de León (852-910) sosteniendo un cetro rematado con la flor de lis. 


Sello personal de la reina Urraca de Portugal, reina consorte de León por su matrimonio con Fernando II. 

La absoluta seguridad de que este emblema representaba a la realeza leonesa, y concretamente a la monarca de León, la obtuvimos gracias a un feliz encuentro que tuvimos mientras visitábamos el monasterio de Las Huelgas en Burgos; porque este mismo emblema, además con un diseño de flores de lis idéntico, nos lo encontramos labrado en piedra en un patio interior del cenobio, fundado por los padres de la reina Berenguela y anexo a su habitual lugar de residencia burgalés. Se trata, según el estudio "Estelas medievales del monasterio Cisterciense de Las Huelgas de Burgos" (Carlos de la Casa y otros), de una estela funeraria, que, evidentemente, no está colocada en su emplezamiento original. Pensamos que quizá se labrara para una tumba en la que pudo estar enterrada durante un tiempo Berenguela, reina de León, antes de trasladar su cadáver a un sepulcro en el interior de la iglesia. 


El emblema de las cinco flores de lis en el monasterio de las Huelgas, probablemente representando a Berenguela como reina de León. Menuda casualidad que este emblema aparezca en el lugar de enterramiento de Berenguela y en la decoración de una armadura donde, según nuestra interpretación, la monarca hace una crónica pictográfica de su reinado. Además, en ninguno de los dos sitios tiene nada que hacer la familia Maldonado.

Por otro lado, también nos hemos encontrado este escudo esculpido sobre el dintel de la iglesia de Santiado de Gustei, un templo del siglo XII levantado en territorio del reino de León. La pregunta es obvia: ¿qué pinta el blasón de los Maldonado en un monasterio fundado por Alfonso VIII de Castilla y Leonor Plantagenet en el siglo XII o en una iglesia gallega de la misma época? Por aquel entonces los Maldonado no eran realmente nadie y ni siquiera había surgido todavía la moda de la heráldica nobiliaria. Además, se conserva un exhaustivo registro de las personas de la realeza y de la nobleza sepultadas en Las Huelgas y no aparece ningún Aldana o Maldonado entre ellas. 


Enblema labrado sobre el dintel de la iglesia de Santiago de Gustei (Orense), que quizá represente que dicho templo fue mandado construir por la reina de León, ya fuera Urraca de Portugal o Berenguela. 

Así las cosas, pensamos que ese emblema de las flores de cinco flores de lis de oro sobre campo de gules representaba a la reina de León -en nuestra armadura salmantina a Urraca de Portugal y en Las Huelgas a Berenguela- monarca esta última que no dejó de usar este título a pesar de la anulación de su matrimonio con Alfonso IX en 1204 y que correinaría en León junto a su hijo Fernando III desde 1230 hasta su muerte, acaecida en 1246. 

Por último, debemos recordar que en el primer lienzo del arrocabe derecho aparece el emblema de las cinco flores de lis, pero esta vez sobre campo de sable. Junto a él, que tomamos como emblema de la reina Urraca de Portugal, interpretamos que aparecen el resto de reinas de León que estaban vivas en 1204, la otra esposa de Fernando II y las dos esposas de su hijo, Alfonso IX, todas mostrando luto por la muerte de la infanta castellana Mafalda, hermana de Berenguela y prometida del primogénito de Alfonso IX, fallecida en Salamanca en el mencionado año. Aquí tampoco pintaría nada pintado el blasón de los Maldonado, nunca mejor dicho, y menos con un campo de sable. 

Lo que creemos que ocurrió es que llegado el siglo XV, cuando ya nadie sabía lo que significaba la decoración de la armadura de la iglesia de las Claras y se puso de moda la heráldica nobiliaria, los Maldonado de Salamanca se apropiaron de este emblema para convertirlo en su blasón, al que, por supuesto, sumarían una fábula que justificara la presencia de cinco flores de lis en el mismo y además remontara su linaje a tiempos más antiguos. Con una casa como la de Las Conchas, este blasón y una buena historia genealógica se iban a convertir en la envidia del resto de la nobleza salmantina.

viernes, 8 de septiembre de 2023

Unas familias salmantinas no tan nobles (Introducción)

Como ya contamos en las primeras entradas de este Blog, publicadas a finales de febrero de 2023, la techumbre decorada que se puede admirar en el Museo de Pintura Medieval Santa Clara de Salamanca permaneció oculta desde que se construyó la nueva iglesia barroca en el siglo XVIII hasta el año 1973, siendo éste uno de los hechos más sorprendentes y afortunados relativos al patrimonio artístico de nuestra ciudad, pero al que, incomprensiblemente, se le ha prestado muy poca atención pasados cincuenta años desde el descubrimiento. Ni el arquitecto del renovado templo dieciochesco, Joaquín de Churriguera, ni nadie en realidad, sabían por entonces lo que representaba aquel numeroso conjunto de escudos heráldicos pintados sobre tablas y maderos, pero estaba claro que era algo hermoso y muy antiguo que merecía ser conservado. La solución pasó por dejar la armadura escondida entre una falsa bóveda y el tejado del convento, y allí quedaron ocultos a la vista más de un centenar de emblemas que, desde que volvieran a ver la luz en el siglo XX, han sido interpretados como escudos de los reinos de León y de Castilla y blasones de familias nobles salmantinas. Ha sido en el año 2023 cuando unos servidores, Charo García de Arriba y Miguel Ángel Martín Mas, los autores de este Blog, insatisfechos con la explicación de los blasones nobiliarios salmantinos, decidimos que había que ponerse manos a la obra para poder así ofrecer una posible interpretación de este maravilloso conjunto iconográfico medieval. 


Nuestra teoría es que lo que milagrosamente podemos todavía ver a día de hoy es la decoración original de la armadura de la iglesia, que sabemos, gracias a los archivos del convento, que ya estaba operativa hacia el año 1240. Una decoración para la que se emplea la heráldica, ciencia nacida en los territorios de Anjou, Maine y Normadía, y que de allí se extendería con rapidez por toda la Europa cristiana, aunque, según el heraldista Faustino Menéndez Pidal Navascués, ésta no se empleaba en en época temprana para componer blasones familiares ya que éste fue fenómeno que se generalizaría mucho tiempo más tarde. Estaríamos entonces, según nuestra interpretación, compartida exhaustivamente a través de este Blog, ante un conjunto iconográfico y heráldico que conformaría una crónica histórica pictórica de los avatares vividos para que Fernando III, hijo de la reina Berenguela, se convirtiera en rey de Castilla en 1217 y de León en 1230. Curiosamente, los documentos más antiguos que se conservan en el convento son bulas papales dirigidas al rey Fernando III  entre los años 1238 y 1244 solicitando amparo para la comunidad de mujeres religiosas que allí habitaban y que escuchaban misa en su recién estrenada iglesia. Estando en esos años el rey combatiendo a los musulmanes de Al-Ándalus, de un asunto así habría de ocuparse la reina madre Berenguela, que además había sido tenente de Salamanca en la época en la que fue reina de León junto a su esposo Alfonso IX, matrimonio que fue anulado por el papa en el año 1204. 

¿Y qué llevó a pensar que lo que allí había permanecido oculto durante tres siglos eran blasones de familias nobles salmantinas? Pues, sorprendentemente, apenas un puñado de emblemas que mostramos a continuación. 


Supuestas armas de los Rodríguez de las Varillas. 


Supuestas armas de los Zúñiga. 


Supuestas armas de los Enríquez.



Supuestas armas de los Maldonado.


Supuestas armas de los Tejeda. 

Son pocos, ciertamente, así que un buen número de emblemas se quedó sin identificar en los años setenta del siglo pasado. En las próximas entradas contaremos lo que creemos que representan realmente estos emblemas, nada que no hayamos contado antes, pero veíamos necesaría un recopilación.

Lo que parece claro es que allá por el siglo XV, cuando ya nadie sabía qué se había querido representar en la techumbre de iglesia de las Claras, esta decoración se convirtió en un inventario del que la nobleza salmantina sustrajo emblemas para convertirlos en sus blasones familiares, a los que, por supuesto, dieron explicación con disparatadas leyendas que se siguen contando como realidades históricas a los turistas que visitan nuestra monumental ciudad. Los apellidos Rodríguez de las Varillas, Zúñiga, Maldonado, Enríquez y Tejeda buscaban sumarse así a la nueva moda del blasón familiar, cuya función principal era la ostentación y la satisfacción del deseo de ser los más antiguos de la ciudad aunque para ello hubiera que inventarse antepasados y hazañas.

jueves, 31 de agosto de 2023

El rey de León y sus leones

Alfonso IX, rey de León desde 1188 hasta su muerte en 1230, tenía como armas plenas y personales un león púrpura sobre un campo de plata, las que muestra en el escudo que porta en esta miniatura suya del Tumbo A, un manuscrito del siglo XII que se conserva en la catedral de Santiago de Compostela. 


En la decoración de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca hay tres emblemas que presentan las armas plenas del rey de León. Uno de ellos, el que mostramos a continuación, está repetido cuatro veces en el Lienzo III del arrocabe derecho y representa a Fernando III de Castilla, hijo de Alfonso IX y Berenguela, proclamado rey de León en 1230. 


Siendo desde 1217 Fernando III el rey de Castilla y desde 1230 también el de León, es a partir de este último año cuando, según nuestro gran especialista en Heráldica, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, se pone de moda el emblema cuartelado alterno, algo que, en nuestra opinión, visto lo visto en esta techumbre, lo mismo se debió a la reina Berenguela y a su empeño de hacer rey a su hijo en dos reinos, que había que representar con un único emblema. Ese cuartelado alterno aparece en varios puntos de la decoración y son las armas plenas y de uso personal del primer rey de Castilla y de León, Fernando III el Santo. 


El segundo emblema con las armas plenas del rey de León, en este caso enmarcadas en un losange lobulado, lo encontramos repetido por dos veces en la parte derecha del arrobe trasero y ambos junto a emblemas cuartelados en aspa que representan a la reina Berenguela, por lo que pensamos que es emblema del rey Alfonso IX. 



Dejemos el tercer emblema con armas plenas del rey de León para el final; vamos a proceder ahora a dar cuenta de los emblemas que llevan las armas del rey de León, pero brisadas, es decir, con modificaciones, lo que significa que, en principio, no representan al rey, sino a familiares del mismo. Por ejemplo, en el cuadral derecho podemos ver este emblema enmarcado en un losange y con una bordura cargada de ondas.


Pensamos que con él se representa a la descendencia que Alfonso IX tuvo con su primera esposa, Teresa de Portugal, siendo las ondas el reflejo del verado que aparece en este emblema que representa a dicha reina en varios puntos de la techumbre.


En el cuadral izquierdo y enfrentado al anterior encontramos otro emblema brisado de las armas del rey de León, también enmarcado en un losange, pero esta vez con una bordura cargada con ocho castillos, representando así a la descendencia que Alfonso IX tuvo con Berenguela de Castilla. Este dúo de borduras, una con verados y otra con castillos, cuadra bastante bien con la teoría del heraldista Faustino Menéndez Pidal, que decía que la bordura había sido un invento heráldico castellano que permitía a los descendientes combinar en su blasón el linaje paterno y el materno. 


El siguiente emblema, igual que el anterior pero sin el enmarcado en losange, lo encontramos también en el cuadral izquierdo y en el Lienzo II del arrocabe derecho. Se trata de representar así a Fernando III de Castilla reconocido por el papa Honorio III como heredero legítimo del reino de León en el año 1218. Una vez más encontramos las armas del padre, Alfonso IX, rodeadas de la bordura de la madre, Berenguela de Castilla. 


Cuando Fernando III de Castilla fue proclamado rey de León en 1230 ya no se le podía representar con un emblema con bordura, sino con armas plenas, ya fuera el león púrpura sobre el campo de plata o el cuartelado alterno con castillos y leones, así que la bordura quedó para uso de su hermano Alfonso. Es por esto por lo que, en las pinturas del monasterio de Valbuena de Duero, a Alfonso de Molina se le representa portando un escudo y un estandarte con el león púrpura rodeado por la bordura cargada con castillos.


En el siguiente emblema que vamos a comentar no aparecen ni leones ni castillos, por lo tanto cabría pensar que no tiene cabida en esta entrada, pero, dada su situación en el cuadral derecho, cuando precisamente teorizamos que en los cuadrales se narran la situación de guerra civil que se vivió en Castilla en 1217 y una partida de ajedrez para hacerse con reino de León, creemos que representa uno de los hipotéticos destinos del infante Fernando, hijo de Alfonso IX y Berenguela: una vida como desterrado de Castilla y con el matrimonio de sus padres anulado por el papa desde 1204. El león se ve sustituido por un verado de sable sobre campo de plata, que representaría la protección concedida por su padre; las ocho aspas de oro tachando los ochos castillos de su madre representarían la anulación del matrimonio de sus progenitores, lo que invalidaría la bordura, que ya hemos dicho que, según el heraldista Menéndez Pidal, se inventó en Castilla en el siglo XIII para representar la conjunción de dos linajes por medio de un matrimonio.


Uno de los emblemas más bonitos de toda la decoración de la techumbre es el que representa al difunto rey Alfonso IX junto al emblema de una enorme flor de lis negra enmarcada en un losange, que representaría a su segunda esposa, Berenguela de Castilla, aquella de la que se vio forzado a separarse en 1204 ante la intransigencia del papa Inocencio III. 



No se podía representar a Alfonso IX con sus armas plenas ya que había fallecido y además, justo enfrente, se iba a representar al nuevo rey de León, su hijo Fernando III, así que había que brisarlas. Berenguela lo hizo añadiendo una bordura de luto cuajada de aspas de oro, que pensamos que puede representar que Alfonso había sido rey a  pesar de ser fruto de otro matrimonio anulado por el papa, el de Fernando II de León y Urraca de Portugal. De hecho, pensamos que esas dieciocho aspas tachan el mismo número de ondas de la bordura del emblema que representaba a la descendencia que Alfonso IX había tenido con su primera esposa, Teresa de Portugal, ya que el rey leonés era de ascendencia materna portuguesa, del mismo modo que lo eran los hijos de su primer matrimonio, así que la bordura de sus armas brisadas debía ser la misma. 


Es posible que Berenguela utilizara la bordura de ondas para representar a las mujeres de la realeza portuguesa ya que Urraca de Portugal, madre de Alfonso IX, era tía de Teresa de Portugal, esposa del mismo. Y que utilizara esas ondas, que no dejan de ser verados de protección y sumisión, bien por carecer de armas oficiales el nuevo reino portugués, bien para representar que no terminaba de aceptar que Portugal fuera un reino desde 1139 y no lo que había sido antes: el condado portucalense feudatario del reino de León y bajo la protección de su rey. 

Para concluir tenemos dos emblemas más, uno de luto y otro de esperanza. El primero es un cuartelado de los reinos de Castilla y de León en el que los leones se han visto sustituidos por cruces latinas de sable. Aparece en repetidas ocasiones en el arrocabe izquierdo y da cuenta del luto que se mantiene por la muerte del magnífico rey de León que fue Alfonso IX, algo que, a la vista del conjunto iconográfico que decora esta armadura, a buen seguro también pensaba Berenguela. 


El segundo son las armas plenas del rey de León, pero en un tamaño reducido, integradas en los Lienzos VII en el arrocabe derecho y en el izquierdo, y en el que se da cuenta del compromiso matrimonial entre el infante Alfonso, futuro rey Alfonso X de Castilla y de León y nieto de Berenguela. Creemos que la reina representa de este modo que, a pesar de todos los avatares sufridos, de la muerte de Alfonso IX y de que el rey sea el mismo en León y en Castilla, el viejo reino pervive y contará con futuros herederos de dignos linajes. No en vano, todavía en el siglo XV, Isabel I se refería a sí misma en los documentos como "reyna de Castiella et de León", indicando la conjunción latina "et" (y), que seguían existiendo dos reinos aunque solamente hubiera una reina. 

lunes, 14 de agosto de 2023

La casulla del Cantuariense

El extraordinario vuelo de la chova piquirroja comenzó con la convicción de que la representación en la techumbre de una iglesia salmantina de dicho córvido, acompañado de un emblema con un castillo de oro en campo de gules, solamente podía representar la unión de Leonor Plantagenet con Alfonso VIII de Castilla, matrimonio real del que nacería una hija llamada Berenguela, una mujer extraordinaria, nieta de Leonor de Aquitania y sobrina de Ricardo Corazón de León, linaje que tuvo como santo protector a santo Tomás de Canterbury. Más tarde, la documentación conservada en el convento al que pertenece la iglesía nos confirmó que dicho templo se construyó con el apoyo de Fernando III de Castilla y de León, que correinó junto a su madre Berenguela, así que esa convicción no pudo más que afianzarse. 


La chova piquirroja ha sido una figura habitual en los blasones de la nobleza inglesa, pero el hecho es que su empleo como emblema de santo Tomás de Canterbury se pierde en lo legendario. Para unos, la representación deriva del milagro ocurrido la noche de su asesinato, cuando un cuervo habría chapoteado y picoteado en su sangre, convirtiéndose así en chova piquirroja. Para otros alude a la nariz ganchuda del progenitor de Becket o incluso a la del mismo santo. En cualquier caso, existen documentos que acreditan la relación de Becket con el emblema desde su fallecimiento y la chova piquirroja está tan ligada al arzobispo en el arte del blasón que su figura se conoce como beckit en la Heráldica inglesa.


Escudo actual de la ciudad de Canterbury, en cuya catedral fue asesinado el arzobispo Thomas Becket, canonizado en 1173 a causa de su martiro y conocido en los reinos cristianos hispánicos como santo Tomás Cantuariense. 


Blasón atribuido en el siglo XIV al arzobispo Thomas Becket y que todavía se puede ver en el claustro de la catedral de Canterbury.


Video en el que se muestra el emblema atribuido al arzobispo Thomas Becket y que se conserva en el claustro de la catedral de Canterbury.

El caso es que ayer mismo, y gracias a la amable invitación de la comunidad anglicana de Salamanca, pudimos visitar la iglesia de Santo Tomás Cantuariense, un templo cuya construcción se dice que comenzó en 1175 por iniciativa de dos hermanos ingleses, Ricardo y Randulfo, que trabajaban como maestros en las escuelas catedralicias. Lo que buscábamos en este templo, aparte de un agradable rato de oración y buena compañía, eran los restos de unos frescos del siglo XIII en los que todavía se puede ver una representación del santo inglés, ésta que podéis ver a continuación. 



Una foto en blanco y negro encontrada por Internet era lo único que teníamos, así que había que conseguir una mejor imagen, sobre todo porque unas manchas negras estampadas en la casulla del arzobispo nos habían llamado poderosamente la atención... 


Desde luego, parecen unas aves negras en vuelo, de momento os mostramos la imagen y que al menos esto sirva, como fue siempre nuestro propósito, para entretener y dar a conocer un poco más la historia de nuestra ciudad, Salamanca, esa que nunca deja de sorprenderte y en la que tenemos la gran fortuna de vivir. Porque la cuestión es que no sabemos si alguien podrá asegurar algún día que eso que vemos pintado sobre la casulla del santo son chovas piquirrojas o unas simples manchas negras. De hecho, ni siquiera estamos seguros de que haya alguien al que le interese saberlo. 


Chova piquirroja, emblema atribuido al arzobispo Thomas Becket, pintada sobre el arrocabe trasero de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca.

Un pequeño punto negro en la techumbre

Según nuestra interpretación de la decoración de la armadura de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca y tal como se contó en l...