sábado, 22 de abril de 2023

El manto de la matriarca es alargado

En la entrada anterior afirmábamos que en la mente de Leonor de Aquitania y en la de sus descendientes existía una percepción de imperio levantado por la matriarca. Los hechos históricos que refuerzan el argumento de que esta forma de pensar existió son, entre otros, los siguientes:

- El matrimonio entre Enrique II y Leonor de Aquitania no fue para nada pacífico: infidelidades no escondidas, rebeliones auspiciadas contra el rey por la propia Leonor utilizando a los hijos comunes y una reclusión de la reina durante dieciséis años por mandato de su esposo. Es lógico pensar que, con tantas heridas abiertas, aquí en Castilla la familia tomara partido por uno de los dos progenitores. Los hechos históricos y lo que nos cuenta la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca apuntan a que lo hicieron en favor de Leonor.


Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania recibiendo a un enviado del rey Felipe II de Francia. 

- Posiblemente el hecho más revelador de esta preferencia por uno de los progenitores sea la visita que una Leonor casi octogenaria realizó a Castilla para llevarse consigo a una de sus nietas en el año 1200. Lo hacía en virtud del acuerdo al que, por su mediación y en busca de paz entre Inglaterra y Francia, habían llegado su hijo Juan sin Tierra y el rey francés Felipe II para que el heredero de este último casara con una infanta de Castilla. Esto es además indicativo de varias cosas importantes:
  • La buena sintonía de la matriarca con el reino de Castilla y con su hija Leonor Plantagenet.
  • La percepción de Leonor de Aquitania de que sus nietas, las infantas de Castilla, eran instrumentos al servicio de su imperio Aquitano, es decir, la consideración de sus territorios de influencia como un todo.
  • La ambición de que ella y/o sus descendientes terminaran controlando Inglaterra y Francia al completo, deseo que también albergarán sus nietas Berenguela y Blanca.


Sello de Leonor de Aquitania. En la mano izquierda sostiene la planta genista, el emblema de los Plantagenet, la dinastia de su esposo, el rey de Inglaterra. En la izquierda un orbe y un ave que quizá fuera una chova piquirroja, el emblema del santo protector de la dinastía Plantagenet-Aquitania y el córvido que aparece representado en cuatro ocasiones en la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca. 


Reverso del sello de cera de la reina Leonor Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania y madre de Berenguela de Castilla, en el que se la representa sosteniendo un ave con su mano izquierda. 

- Fallecida Leonor durante el reinado de su hijo Juan sin Tierra, al que había cuestionado como monarca, se desatarán enfrentamientos con Blanca de Castilla, sobrina del monarca inglés. Pues bien, de nuevo, frente al mal gobierno y siguiendo la estela de la abuela, las hermanas de Castilla, Berenguela y Blanca, se enfrentarán como una sola a Juan sin Tierra y a su descendencia, llegando incluso a defender la legitimidad de Blanca para ocupar el trono de Inglaterra [1].

- Más tarde, Blanca impidió el matrimonio de su primo, Enrique III, con Juana de Ponthieu, algo que iba en contra de los intereses de la corona francesa, acordando a cambio el enlace de ésta con Fernando III de Castilla y de León, el hijo de Berenguela, en 1237. No creemos que, como tanto se ha dicho, Berenguela estuviera haciendo un favor a Blanca [2], sino que ambas pensaban en la protección y afianzamiento del imperio Aquitano de su abuela.

- Asimismo, cuando el rey de Jerusalén viajó hasta León con intención de desposar a una de las hijas de Alfonso IX y Teresa de Portugal, los historiadores consideran que es Blanca la que aconsejó al mismo entrevistarse previamente con su hermana Berenguela en Burgos [3]. Esta actuación permitió que Berenguela se adelantara y ofreciera en matrimonio a su hija homónima. Pero, lo importante, una vez más, es que, probablemente, lo que hay es una defensa de las dos hermanas de la causa común aquitana.
 
- Un último argumento importante es la correspondencia constante que mantuvieron las hermanas Berenguela de Castilla y Blanca de Francia durante toda su vida. De ella hace un muy buen análisis Amaia Arizaleta [4] incluyendo a otra mujer de la familia de la que hablaremos en las siguientes entradas, Berenguela de Navarra. Concluye la autora que “los nudos familiares entre estas mujeres fueron resistentes, como lo había sido la herencia de la antepasada común a todas ellas, por sangre o por alianza: Leonor de Aquitania”.

A todo esto, debemos añadir una forma de pensar compartida, derivada de una formación muy avanzada respecto a la posición política, económica, cultural e incluso amorosa y religiosa de la mujer en la sociedad medieval. Su capacidad para llegar a acuerdos de estado, su acreditada independencia de actuación como reinas consortes, madres y/o regentes, su actuación como mecenas de la cultura, en particular la trovadoresca, su posición ya analizada en el tema del amor cortés o la defensa del poder de la mujer en el seno de la Iglesia son buena prueba de ello. Probablemente, en su idea de imperio Aquitano estuviera también la promoción de esta mentalidad. Las tres, Leonor de Aquitania y sus nietas Berenguela y Blanca, actuaron como verdaderas reinas en nombre de sus hijos monarcas. Las continuas ausencias de los reyes debidas a la lucha en las Cruzadas o en la Reconquista posibilitaron esos correinados femeninos en los tres casos.

Como conclusión, para los escépticos, hay una pregunta clave: ¿por qué Bretaña se ha considerado tradicionalmente parte del imperio Angevino y Castilla no? ¿Es porque en el caso de Bretaña el que casó con la titular del ducado fue un hombre Plantagenet y en el de Castilla una mujer Plantagenet casó con el titular del reino, Alfonso VIII? Pero, ¿qué habría respondido a esto Leonor de Aquitania, que envió a su hija Leonor a Castilla con un gran séquito, ideas culturales concretas y una gran independencia económica? 



Leonor de Aquitania representada en ambos casos con un ave de pico y patas de color rojo. Desde luego las aves parecen loros, pero, ¿por qué precisamente con el pico y las patas de color rojo?

Y, por último, tratemos de pensar por un momento como la reina Berenguela. Su orgullo por la ascendencia materna nos lo ha mostrado presentándose en la techumbre de la iglesia del convento salmantino de Santa Clara con una chova piquirroja. ¿No es lógico pensar que ella, que sufrió la privación de poder por el hecho de ser mujer, quisiera reivindicar también el lugar que le correspondía en el imperio que levantó su abuela? ¿No es normal que desee mostrar a su abuela como matriarca de ese imperio? De hecho, reivindicaciones similares las hemos encontrado ya en distintos emblemas cuando Berenguela ha reclamado para sí su condición de reina de León, señora de Salamanca o esposa de Alfonso IX.


[1] PÉREZ, J. "Un inglés, un francés y una española". 2013. Disponible en Un inglés, un francés y una española (reasilvia.com) el 18/04/2023.

[2] MARTINEZ, H. S., Berenguela la Grande y su época. 2012 Ediciones Polifemo. Colección Crónicas y memorias. Pág. 720

[3] MARTINEZ, H. S., Berenguela la Grande y su época. 2012 Ediciones Polifemo. Colección Crónicas y memorias. Págs. 630-631

[4] ARIZALETA, A., "Relatos cruzados: sobre algunas esquivas letras de princesas en el primer Doscientos", 2020. Disponible en Correspondencias entre mujeres en la Europa medieval - Relatos cruzados: sobre algunas esquivas letras de princesas en el primer Doscientos - e-Spania Books (openedition.org) el 19/04/2023.

viernes, 21 de abril de 2023

¿Imperio Angevino o Aquitano?

Ni Enrique II, ni Leonor de Aquitania, ni sus descendientes dieron nunca nombre propio al conjunto de territorios sobre los que ejercían su poder. No es hasta el siglo XIX cuando comienza a acuñarse un término que aglutinara a todos ellos: imperio Angevino, un nombre que deriva de Angers, capital de Anjou, el feudo más antiguo de la casa paterna de Enrique II.


Godofredo Plantagenet (113-1151), conde de Anjou por herencia y desde 1144 duque de Normandía por conquista. Fue el padre de Enrique II de Inglaterra, abuelo a su vez de Berenguela de Castilla. Godofredo solía llevar en su casco una planta de genista, lo que le dio el apodo de Plantagenet, que se convertiría en el nombre oficial de su dinastía.

Decía la escritora Julia Navarro en la presentación de su novela Una historia compartida que la Historia siempre se ha escrito “desde la supremacía masculina”. Con ese punto de vista hemos perdido no solamente matices, sino aspectos tremendamente relevantes para entender a los protagonistas implicados. Creemos que el concepto “Angevino” es un buen ejemplo de ello. Es un término acuñado desde el punto de vista de Enrique II cuando, tal vez, hubiera sido más justo y enriquecedor valorar la percepción de su esposa y de sus descendientes femeninas, en particular, las de Berenguela y Blanca de Castilla, acerca de los territorios sobre los que se desplegaba su poder e influencia.

Dentro del imperio Angevino, tradicionalmente, junto con otros muchos territorios menores, se han incluido:
  • Los territorios aportados al matrimonio por Enrique II: el reino de Inglaterra, los señoríos de Irlanda, Escocia y Gales, el ducado de Normandía y el condado de Anjou.
  • Los territorios aportados por Leonor: el ducado de Aquitania (Guyena) y los condados de Poitou y de la Gascuña.
  • El ducado de Bretaña, ganado a través del matrimonio de su hijo Godofredo con Constanza de Bretaña.
Pero, si analizamos, como haremos en las siguientes entradas, el arrocabe trasero de la techumbre, concluiremos que, si hubiéramos preguntado a Berenguela, y seguramente a la propia Leonor de Aquitania, probablemente nos habrían respondido que, si hubo un imperio, no fue Angevino, sino Aquitano y, si hubo alguien al frente del mismo, fue Leonor de Aquitania y no Enrique Plantagenet. Esta percepción es además relevante para los confines del mismo imperio ya que para ellas ese imperio Aquitano se extendería hasta el reino de Castilla gracias al matrimonio de Leonor Plantagenet con Alfonso VIII e incluiría Francia en virtud del enlace de Blanca de Castilla con el heredero francés. Allí donde había una persona, hombre o mujer, descendiente de Leonor de Aquitania y que ejercía el poder de alguna forma, llegaban los dominios de esta magnífica mujer.



Imagen de un salterio del siglo XII que se cree que representa a Leonor de Aquitania en su senectud. Esta mujer ejerció su poderosa influencia en territorios de Inglaterra y Francia pero también en los reinos de Castilla y de León gracias a su hija Leonor y a su nieta Berenguela respectivamente. 

Lógicamente, en una Historia dominada por la masculinidad, no podemos hablar de tal imperio desde un punto de vista estrictamente científico-histórico. Pero sí creemos que, en la mentalidad de unas mujeres tan avanzadas para su época, estaba esa idea de que, con independencia de lo que el momento histórico les permitía mostrar, ellas eran reinas por derecho propio.

Eso es lo que entendemos que esconde la trasera de la techumbre de las Claras de Salamanca, que, en medio de todos los enfrentamientos entre Enrique Plantagenet y Leonor de Aquitania, se la reivindica a ella como verdadera matriarca de su propio imperio.

Las pruebas de que esa forma de pensar existió, las veremos en la siguiente entrada, titulada "El manto de la matriarca es alargado".

jueves, 20 de abril de 2023

La gran Leonor de Aquitania, dueña de su destino

La protagonista indiscutible de la techumbre en su arrocabe trasero es Leonor de Aquitania y, aunque de ella podríamos hablar largo y tendido, vamos a ofrecer simplemente unas pinceladas biográficas que nos vendrán bien para comprender el porqué de su representación en esta joya del patrimonio salmantino.

Leonor, hija del duque de Aquitania, nació en la ciudad de Poitiers (para otros autores en Burdeos) allá por el año 1122. Era hija Guillermo X de Aquitania, hijo, a su vez, de Guillermo IX, el Trovador, uno de los condes y duques franceses con gran poder de los que hablamos en la entrada anterior. Su madre, Aenor de Châtellerault, dio al duque Guillermo un hijo y dos hijas. Fallecido el único hijo varón, Leonor, cuyo nombre significa “la otra Aenor”, pasó a ser la heredera. Para una mujer de su época recibirá una educación amplísima en materias tan dispares como Aritmética, Historia, Música, Literatura y también Artes Ecuestres y de Cetrería.

En 1137, siguiendo la tradición familiar, Guillermo X decidió viajar en peregrinación a Santiago de Compostela, recorriendo el conocido desde antiguo como “Camino de las Estrellas”, el Camino Francés, que nacía en sus territorios de la Gascuña. Llegado a Santiago, cuenta la versión más extendida que durante los oficios de Viernes Santo perdió la consciencia y falleció [1].

Se convertía así Leonor en una de las personas más poderosas de toda Francia y, en consecuencia, en la soltera más codiciada de Europa. Sin embargo, su padre consignó por escrito su deseo de que se casase con el heredero del trono francés, el futuro Luis VII. Las versiones son dispares y van desde las que dan a Leonor por engañada -ya que el enlace beneficiaba indudablemente al monarca al agrandar sus dominios- a las que dan a Leonor por falsificadora del documento, puesto que ella se reservaba el control de sus ducados y condados en vida y ganaba para sí el título de reina.

Aquel matrimonio no funcionó, en parte porque, a una mentalidad abierta y trovadoresca como la de Leonor, el comportamiento tremendamente mojigato de Luis le pareció equivalente a haberse casado “con un monje” [2]. Así que al final, parece que de común acuerdo y con la excusa de no tener heredero varón, lograron que el papa anulara su matrimonio.


Encuentro entre Luis VII de Francia y Enrique II de Inglaterra, reyes que fueron ambos esposos de Leonor de Aquitania. 

Pocas semanas después, Leonor de Aquitania se casó con el que, en breve, sería Enrique II de Inglaterra, monarca con el que dio comienzo la dinastía Plantagenet. Leonor conseguía así ostentar de nuevo el título de reina y Enrique añadir a sus territorios de Inglaterra, Normandía y Anjou todos los que aportaba Leonor: Aquitania, Poitou y Gascuña.

De gules, un leopardo de oro, armado y lampasado de azur, el escudo del ducado de Aquitania. 

Aquel matrimonio pareció funcionar bien en un primer momento, pero unos años después las cosas se fueron torciendo, revelándose Leonor como una mujer totalmente independiente para lograr sus propios fines. Además, la existencia de una amante provocó el enfrentamiento entre Leonor y Enrique, y a partir de 1173 la reina promovió el enfrentamiento de tres hijos del rey contra su padre. Tras reprimir la rebelión, el rey encarceló a Leonor, primero en Chinon (Francia) y luego en Salisbury (Inglaterra), y no fue liberada hasta la muerte de Enrique II en 1189.




Fresco que se conserva en el castillo de Chinon y que muestra a Leonor de Aquitania cabalgando junto a dos escuderos y a su hijo Juan sin Tierra y la segunda esposa de éste, Isabel de Angulema. 

Fallecido su marido, el trono de Inglaterra lo heredó su hijo mayor, el preferido, el conocido como Ricardo Corazón de León y, a la muerte de éste en 1199, su hijo menor, del que parece que no tenía tan buen concepto, Juan I de Inglaterra, apodado Juan sin Tierra. Se obviaba así el derecho legítimo de Arturo y Leonor de Bretaña, los hijos del hijo mediano, Godofredo, ya fallecido, a heredar el reino.


Ricardo I siendo ungido durante su coronación como rey en la abadía de Westminster, Londres. Ilustración de una crónica del siglo XIII. Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra fueron tíos carnales de Berenguela de León y de Castilla. 

Durante su viudez Leonor actuó como verdadera reina en nombre de sus hijos monarcas, organizando el gobierno y estableciendo varias alianzas matrimoniales muy relevantes para la interpretación de ciertos emblemas que exhibe nuestra techumbre. Todo ello es muy revelador de su carácter y permite extraer otra conclusión sobre la que queremos ir llamando la atención: el paralelismo, salvando las distancias, entre las vidas de Leonor y la de sus nietas Berenguela de Castilla y Blanca de Francia, que también jugaron un papel muy importante como reinas con auténtica capacidad de gobierno y como hábiles negociadoras políticas [3].


Descendencia de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania. 


Sepulcros de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania en la abadía de Fontevraud, localizada cerca de la ciudad de Chinon, en el condado de Anjou. 

Leonor de Aquitania ya se había encargado personalmente de concertar los detalles de la boda de su hija homónima con Alfonso VIII de Castilla, lo que beneficiaba la estabilidad de los territorios que por nacimiento eran de su propiedad, Aquitania y Gascuña. Además, una vez viuda, viajó a Pamplona para concertar el matrimonio de la princesa Berenguela de Navarra con su hijo Ricardo, llevándosela posteriormente para celebrar la boda en la isla de Chipre. Seguramente, Leonor también influyó en el precipitado matrimonio de su hijo Juan con Isabel de Angulema y, casi octogenaria, viajó hasta Castilla para llevarse a una de sus nietas, Blanca, y convertirla en la futura reina de Francia. Esta última actuación es muy reveladora del concepto de imperio familiar que tenían Leonor y después también sus descendientes y es a esto precisamente a lo que dedicaremos la entrada siguiente.

[1] ORS, J., Eva García Sáenz de Urturi, “Un Planeta para el Año Jacobeo”, 2021. Disponible en: Eva García Sáenz de Urturi, un Planeta para el Año Jacobeo (larazon.es) el 14/04/2023

[2] Markale, J., La vida, la leyenda, la influencia de Leonor de Aquitania. Reina de Francia, de Inglaterra, dama de los trovadores y bardos bretones, Editorial: Jose J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 1999. Pág 25.

[3] COBOS RODRIGUEZ, A. Las Monarcas como Embajadoras: Leonor de Aquitania y Berenguela de Castilla 2022. Disponible en Las Monarcas como embajadoras: Leonor de Aquitania y Berenguela de Castilla (I) - ArqueoTimes.es y Las Monarcas como embajadoras: Leonor de Aquitania y Berenguela de Castilla (II) - ArqueoTimes.es el 14/04/2023.

Los reinos de Inglaterra y Francia a comienzos del siglo XII

La situación de los reinos de Francia e Inglaterra en el siglo XII, arrastrada desde la centuria anterior, es rica en matices y complejidades y es precisamente esa situación la que debemos conocer, de forma resumida, antes de dar cuenta de la interpretación de la decoración del arrocabe trasero de la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca.

Por extraño que pueda parecer, a comienzos del siglo XII los franceses tenían rey, pero Francia no. Tanto es así que el propio monarca se hacía llamar “rey de los francos”, pero no “rey de Francia”. Simplificando mucho, Francia era un conglomerado de condados y ducados donde cada conde y cada duque organizaba su territorio con el poder propio de un monarca. El título de rey era un tanto honorífico y lo único que unía a los franceses era el vasallaje que, con sus reservas, la mayoría de los nobles rendían al monarca.

Ostentaba entonces la corona francesa la dinastía de los Capetos, que se habían hecho con la misma gracias a un amplio consenso entre los señores del reino. De aquel acuerdo pervive aún hoy la dinastía de los Borbones. En todo caso, lo importante para nuestra historia es que en Francia cualquier conde o duque tenía poder sobre un territorio más amplio que el del rey, cuya autoridad efectiva se limitaba prácticamente a la región de París, lo que se conocía como la Île-de-France.

Además, uno de los duques franceses más importantes, el de Normandía, se lanzó a la conquista de Inglaterra en 1066, proclamándose rey de ese territorio. Comparada con la de Francia, la corona de Inglaterra era por entonces un tanto secundaria, pero sirvió al duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, para tratar de hacerse valer como rey también en sus territorios franceses. Sin embargo, el rey francés no estaba dispuesto a permitir aquello, alegando que el hecho de ser rey en Inglaterra no libraba a Guillermo de ser vasallo suyo en Francia.


Guillermo I el Conquistador, duque de Normandía y rey de Inglaterra en 1066. Era bisabuelo de Enrique II de Inglaterra, que a su vez era el abuelo de Berenguela de Castilla. 

Todo esto es importante porque se comprende así que, desde entonces, los reyes de Inglaterra eran originarios de Francia y que, durante generaciones, seguirían apegados al Continente. Tanto es así que algún monarca estuvo en las islas Británicas lo justo para ser coronado y, por ejemplo, Berenguela de Navarra, reina consorte de Inglaterra junto a Ricardo Corazón de León, nunca llegó a pisarlas durante su reinado. Digamos que, a pesar de ser reyes de Inglaterra, sus ojos y sus pies siempre estuvieron puestos en el Continente y en la ampliación de su poder en territorio francés [1]. De hecho, Enrique II y su hijo Ricardo Corazon de León, ambos reyes de Inglaterra, están enterrados en la abadía de Fontevraud, un centro religioso que mandó construir Leonor de Aquitania como lugar de enterramiento de su familia en el condado francés de Anjou. 


Mapa en el que vemos como una enorme parte de lo que hoy es la actual Francia pertenecía a los abuelos de Berenguela de Castilla, Enrique. duque de Normandía y conde de Anjou, y Leonor, duquesa de Aquitania y condesa de Gascuña. Además, mientras duró su matimonio, de 1152 a 1173, ambos reinaron sobre Inglaterra. 

Esta situación irá generando continuas tensiones entre los dos reinos. Debemos pensar que tenemos a un rey, el de Inglaterra, que para ir de uno a otro de sus territorios se ve obligado a rendir homenaje a otro, el de Francia. Por su parte, el monarca galo verá cómo los ingleses tratan de expandirse continuamente en su reino, lo que desatará continuos enfrentamientos para impedirlo o recuperar lo perdido. Todo ello creará un caldo de cultivo que desembocará, ya en el siglo XIV, en la Guerra de los Cien Años.

Pero no nos vayamos tan lejos ya que para nuestros fines de interpretación de la techumbre debemos fijarnos en la situación a comienzos del siglo XII. En aquel tiempo en Francia reina Luis VI al que, como hemos dicho, casi podemos considerar un rey sin reino. En Inglaterra reina Esteban I de Blois, duque de Normandía, que, tras una guerra civil, nombra heredero al hijo de su prima Matilde, Enrique, hijo también de Godofredo V, conde de Anjou. Cuando Enrique ascienda al trono inglés como Enrique II comenzará la hegemonía en las islas Británicas de la dinastía Plantagenet.


Enrique II de Inglaterra, duque de Normandía y conde de Anjou. Fue el padre de Leonor Plantagenet y el abuelo de Berenguela de León y de Castilla, mujeres que introdujeron en sus reinos el culto a santo Tomás de Canterbury, al que se le atribuía un blasón con tres chovas piquirrojas sobre campo de plata. 

Con este panorama, en el sur de Francia nace una niña que no dejaría indiferente a nadie y que se convertirá en un personaje emblemático de la historia europea: Leonor de Aquitania. Una mujer con una ambición mayor que la de los reyes de Inglaterra y Francia juntos y que a lo largo de toda su vida luchará con denuedo para no perder el control de los territorios que por nacimiento le correspondían y además para conseguir, de una forma u otra, para ella o para sus descendientes, la corona de ambos reinos. Y, puestos a ambicionar, también trasladará su influencia a este lado de los Pirineos, misión para la que contará con la inestimable ayuda de su hija Leonor, reina de Castilla, y de su nieta Berenguela, reina de León y de Castilla.


Leonor, duquesa de Aquitania, condesa de Gascuña, reina consorte de Francia por su matrimonio con Luis VII y reina consorte de Inglaterra junto a Enrique II. Nació en 1122 y murió en 1204, a la edad de ochenta y dos años, todo un récord para la época. En el año 1200 visitó Castilla, donde se encontró con su hija Leonor y su nieta Berenguela, que quiso dejar eterno recuerdo de esta increíble mujer en la decoración del arrocabe trasero de la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca. 


[1] BLADÉ, R. Los Plantagenet, reyes ingleses con corazón francés, 2020. Disponible en: Los Plantagenet, reyes ingleses con corazón francés (lavanguardia.com) el 14/04/2023

Una techumbre flordelisada - parte I

Contando que la decoración de la techumbre medieval del convento de Santa Clara nos "habla" de hechos acaecidos en los reinos de L...