miércoles, 24 de mayo de 2023

Veros y verados heráldicos: bajo el manto protector del rey

Uno de los grupos de emblemas cuya identificación nos resultó más estimulante y difícil a la vez fue el de esos que presentan veros y verados antiguos, es decir, ondulaciones o semicírculos, y que nos encontramos en el arrocabe trasero, en los dos lienzos en los que representa el fallecimiento de la infanta Mafalda y en el cuadral derecho de la techumbre.


Veros antiguos.


Veros en el forro de la capa de Alfonso IX de León.

Según íbamos identificando posibles personajes representados por esos emblemas, reparamos en que había una norma que se iba cumpliendo en todos ellos: había emblemas verados allí donde, por interpretación general, debía ubicarse un miembro de la realeza que, por distintas circunstancias, había quedado desvalido y tenía que acogerse a la protección de un monarca. Fue entonces cuando pensamos que, de nuevo, no teníamos que buscar a un noble o monarca cuyo blasón fuera verado, sino que había que ir a la heráldica primigenia, al origen de los veros y verados, para saber realmente con qué sentido se estaban empleando éstos en la decoración de la techumbre.

Al margen de los campos de color liso, en Heráldica uno de los campos más utilizados es el de las pieles. En origen se diferenciaban dos: el armiño, que aparece, por ejemplo, en el escudo actual de la Bretaña francesa y el vair o vero, cuyo nombre se debe a un tipo de ardilla de espalda gris azulada y abdomen blanco, de ahí que los veros tengan este nombre cuando son de color azur y plata y, sin embargo, se utilice la palabra "verado", si los colores son diferentes. A partir del siglo XIV muchos nobles incorporaron estos campos a sus escudos. En origen, los veros y verados eran ondulados, como los de nuestra techumbre, que actualmente se conocen como "veros antiguos", pero, después, se hicieron más geométricos, como los que muestra el blasón de María la Brava, el de los Monroy de Salamanca.


Campo de armiño en el escudo de Bretaña.


Veros en los cuarteles segundo y tercero del blasón de la familia Monroy,

Ahora bien, a efectos de nuestra interpretación, tenemos que irnos al origen mismo de los veros antiguos, al uso de los veros y verados antes de que éstos aparecieran en los escudos nobiliarios.

Los veros, esas pieles de ardilla (o armiño) se usaban para elaborar el forro de las capas de los reyes. Existe numerosa documentación acerca de capas "forradas de veros" con las que se vestían los reyes en la Edad Media, algunas de ellas conservadas en museos, pero, probablemente, los veros más antiguos sean los que se aprecian en la imagen que acompaña el sepulcro de Godofredo V, conde de Anjou y bisabuelo paterno de la reina Berenguela, fallecido en 1151. Esos mismos veros también los vemos en la imagen ecuestre de Juan Sin Tierra que se ve en el fresco de los Plantagenet, conservado en la ermita de Santa Radegona de Chinon.


Godofredo V, conde de Anjou.


Juan sin Tierra en el fresco de los Plantagenet.

Pero la pista definitiva sobre la utilización de los veros o verados en la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca nos la dio la imagen esculpida a los pies del sepulcro de Berenguela de Navarra, localizado en la abadía de L'Epau. Esta escultura representa a un león sobre un podenco. Según las interpretaciones más aceptadas, el león representa a su esposo, Ricardo Corazón de León, que defiende al can, la reina, con aire vigilante y de protección 
[1].


Nuestra teoría de que en la decoración de la armadura se utilizaban emblemas verados cuando se quería representar a un personaje que, debido a los avatares del destino necesitaba protección real, comenzaba a cobrar sentido. Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente nos dispusimos a "releer" los maderos y encontramos seis emblemas verados para representar a cuatro personas:

- Teresa de Portugal, primera esposa de Alfonso IX de León, situada en el lineal superior del Lienzo I del arrocabe izquierdo, el que representa la muerte de la infanta Mafalda de Castilla - Un verado ondulado de oro y gules que también se empleará en la bordura de sus descendientes cuando éstos se representan en el travesaño derecho en su lucha por la sucesión del trono de León.


- Otra vez Teresa de Portugal, situada esta vez en el lineal superior del Lienzo I del arrocabe derecho, sobre los cuatro emblemas que representan la ciudad de Salamanca - Un contraverado ondeado, diferente al anterior, tal vez porque en uno se le considere protegida por el reino de León y en el otro por los sucesivos reyes de Portugal, Sancho I y Alfonso II. En cualquier caso, será con este mismo contraverado con el que se represente a Teresa en el centro del arrocabe trasero, junto a Berenguela de Castilla, representado el pacto que ellas suscribieron y que permitió que el hijo de Berenguela, Fernando III de Castilla desde 1217, se convirtiera también en el monarca de León en 1230.



- Berenguela de Navarra, esposa de Ricardo Corazón de León, situada en el lado derecho del arrocabe trasero - Un verado ondulado acompañado de cruces del Císter en un escudo partido en palo, indicando así su doble condición de reina viuda, con protección otorgada por el rey de Inglaterra, y fundadora de la abadía cisterciense de L’Epau en la que, tal vez, profesó.


- Otro verado ondeado es el que relacionamos con la protección dispensada a Leonor de Bretaña, huérfana y heredera al trono inglés en 1204. En este caso, bajo cada línea verada se dibuja una paralela y, entre ambas, continuos cortes. Se trataría de representar bien que la protegida no es una viuda, sino una huérfana, es decir, descendiente de la viuda, o, tal vez, su carácter de protección especial como heredera y retenida, recordemos que se halló prisionera de Juan Sin Tierra y de su hijo Enrique III hasta su fallecimiento.


- En el cuadral derecho encontramos este emblema con verados y una bordura de gules con ocho aspas de oro que representa al infante Fernando "el Castellano" como hipotético perdedor en la disputa por el trono de León frente a sus medio hermanas Sancha y Dulce. El campo sobre el que se colocan los verados de protección es blanco, en correspondencia con el campo de las armas plenas de su padre, el rey de León. La bordura de gules presenta aspas sustituyendo a los castillos de oro de su madre, Berenguela, representándosele así como hijo de un matrimonio anulado por el papa.


Precisamente este emblema es reflejo de otro que presenta las armas del rey de león con una bordura con ocho castillos y que se encuentra en el cuadral izquierdo. Éste emblema representa lo que realmente ocurrió: que Berenguela se las apañó para que el papa reconociera a su hijo Fernando como descedencia legítima en el año 1218, siendo de esta forma reconocido también como heredero del trono de León.


Si comparamos los dos emblemas, reflejo el uno del otro, vemos que las aspas sirven para "tachar" los castillos de su madre y expresar así que el infante se hubiera visto privado de sus derechos al ser considerado hijo de un matrimonio anulado por la Santa Sede. 

[1] Sagastibelza, M. (2008). La efigie tumbal de Berenguela y su odisea. Disponible https://berengueladenavarra.blogspot.com/2008/03/la-efigie-tumbal-de-berenguela-y-su.html el 24/04/2023.

martes, 23 de mayo de 2023

¿San Pedro Mártir o santo Tomás Cantuariense?

A pesar de todas las maravillosas obras de arte que se conservan en el convento de Santa Clara de Salamanca, hasta ahora hemos focalizado toda nuestra atención en la decoración de la armadura de la iglesia, algo que no ha de sorprender a nadie, puesto que, ciertamente, se trata de una obra digna de admiración. Debió de ser impresionante poder ver la techumbre con el pan de oro recién puesto y plena de colores, siendo perfectamente visibles emblemas como el de la chova piquirroja, que fue precisamente el que despertó nuestro deseo de saber más sobre esta obra de arte medieval.


Detalle del primer lienzo del arrocabe izquierdo y del cuadral que nace en ese mismo lado y termina en la trasera de la iglesia. 

Tratando de imaginarnos toda esa grandiosidad, una de las cosas que más nos hemos planteado estos meses es cómo serían en el siglo XIII las paredes laterales, los altares y la decoración en general de aquella iglesia recién consagrada. Una de las dudas que nos ha surgido es si, habiendo demostrado Berenguela tanta devoción a santo Tomás Cantuariense, no habría sido lógico que la monarca hubiera colocado
 en el convento una imagen de éste, que, lamentablemente, no habría llegado hasta nosotros. En este sentido hay una circunstancia curiosa que nos gustaría comentar. Existen pocos santos que se representen con un objeto cortante atravesado o clavado en la cabeza, es más, solamente hemos encontrado dos: santo Tomás Cantuariense, con una espada, y san Pedro Mártir, el fraile dominico de Verona, con un hacha o, más habitualmente, con un gran machete. Pues bien, da la casualidad de que ambos están presentes, de una forma u otra, en el convento de Santa Clara: el primero aparece representado en el arrocabe de la techumbre con su emblema de la chova piquirroja y el segundo en una imagen del siglo XVI que decora un altar del claustro.


La chova piquirroja, emblema de santo Tomás de Canterbury. 



Figura de san Pedro Mártir del siglo XVI que se conserva en el claustro del Real Convento de Santa Clara de Salamanca. 

Resulta cuanto menos curioso que ambos tengan cabida en el convento, sin embargo, a partir de aquí, lo único que podemos hacer es elucubrar. Es cierto que, a pesar de que la Orden de Santa Clara es de raíz franciscana, la presencia de imágenes de Domingo de Guzmán en templos franciscanos y de Francisco de Asís en templos dominicos se convirtió en algo habitual dada la amistad que, según parece, ambos santos mantuvieron en vida y, de hecho, santo Domingo aparece representado en una de las pinturas medievales del coro bajo del convento de Santa Clara. Sin embargo, es más complejo justificar la presencia de una imagen de san Pedro Mártir, sobre todo si tenemos en cuenta que los frailes de la orden dominica promocionaron su devoción para hacer frente al gran éxito que alcanzó el culto a san Francisco de Asís [1].


Santo Tomás Cantuariense con la espada con la que se le inflingió martirio en la cabeza, representación parecida a la de san Pedro Mártir, que suele tener una hacha o un gran machete. 

Todo ello ha hecho que nos planteemos una posibilidad: lo mismo que, tal como está documentado, en el siglo XVI, al acometer las reformas del convento ya nadie sabía qué o a quién representaban los emblemas de la techumbre [2], puede ser que, para ese entonces, tampoco hubieran sido capaces de identificar una imagen, tal vez en mal estado, de santo Tomás Cantuariense. El culto al santo inglés en la península Ibérica tuvo su punto álgido en la época de Leonor Plantagenet y Berenguela de Castilla y luego fue decayendo, por ello es posible que, en el siglo XVI, alguien encargara una imagen para sustituir a aquella en mal estado y que, siendo difícil de identificar la primera, pero teniendo una hendidura en la cabeza, y tal vez un objeto cortante que pudo o no conservarse, creyera, erróneamente, que se trataba del santo de Verona, cuya devoción estaba en ese momento mucho más extendida que la del santo de Canterbury. 


San Pedro Mártir en Grandes Horas de Ana de Bretaña, libro iluminado por el maestro Jean Bourdichon.

En todo caso, no nos queda más remedio que reconocer que esto no son más que elucubraciones al respecto de dos preguntas que seguramente queden sin respuesta para siempre: ¿habría en el convento una imagen de santo Tomás Becket desde el siglo XIII?; ¿qué hace un santo dominico con una herida en la cabeza provocada por un objeto cortante en un convento franciscano?


[1] Lucía Gómez-Chacón, D. (2014). San Pedro Mártir de Verona. Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VI, nº 11- Págs. 79-96.

[2] García de Figuerola, B. (1996). Techumbres mudéjares en la provincia de Salamanca. Salamanca. Ediciones Diputación de Salamanca. Pág. 144.

domingo, 21 de mayo de 2023

Guía rápida de la decoración de la techumbre

Sirva esta entrada como guía rápida de la decoración de la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara, de acuerdo con la interpretación que estamos dando al impresionante conjunto iconográfico que allí se presenta.


Lienzo IV del arrocabe derecho - Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet y reina correinante en Castilla desde 1217 y en León desde 1230. El lienzo IV del arrocabe izquierdo es reflejo exacto de éste.


Lienzo I del arrocabe izquierdo - Luto de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet por la muerte en 1204 de su hija, la infanta Mafalda. En el lineal superior las reinas de León en el año del fallecimiento de la infanta: de izquierda a derecha, Berenguela de Castilla (exesposa de Alfonso IX de León), Teresa de Portugal (exesposa de Alfonso IX), Urraca de Portugal (madre de Alfonso IX) y Urraca López de Haro (madrastra de Alfonso IX). Anulación del matrimonio de Alfonso IX y Berenguela de Castilla en ese mismo año. Este lienzo se complementa con el siguiente. 


Lienzo I del arrocabe derecho - Funeral por la muerte de la infanta Mafalda en Salamanca en el año 1204. En el lineal superior las reinas de León con sus emblemas de luto, a los que le suma el emblema de Leonor Plantagenet, también con el campo en sable (negro). 


Lienzo II del arrocabe izquierdo - Pensamos que aquí se representaba la muerte en 1214 del infante Fernando "el Portugués", hijo de Alfonso IX y de Teresa de Portugal. Con esta muerte se recrudecía la lucha por la sucesión del reino de León entre las que habían sido las dos esposas de Alfonso IX: Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla. 


Cuadral del arrocabe izquierdo - La descendencia del rey de León se presenta por medio de un emblema con cinco piñas en sotuer rodeadas por una bordura ajedrezada, pieza ésta última que indica que está en juego la herencia de Alfonso IX. En este cuadral el infante Fernando "el Castellano, hijo de Berenguela de Castilla, es reconocido como hijo legítimo por medio de un emblema que presenta las armas de su padre (león púrpura sobre campo de plata) rodeadas por una bordura cargada de castillos por parte materna.



Cuadral del arrocabe derecho - El emblema con las piñas y la bordura ajedrezada se repite en este lado, pero esta vez junto a un emblema que representa a las hijas que Teresa de Portugal tuvo con Alfonso IX, las infantas Sancha y Dulce (armas plenas del rey de León con una bordura con verados). En este lado al infante Fernando "el Castellano" se le considera como hijo ilegítimo, de ahí que se le represente con un emblema con verados, que dan cuenta de la protección real de la que gozaría a pesar de su condición, y con una bordura con aspas, que da fe de la anulación del linaje materno. 


Lienzo II del arrocabe derecho - El rey de Castilla, Fernando III, hijo de Berenguela de Castilla, reconocido por el papa Honorio III como heredero del reino de León en el año 1218. 


Lienzo III del arrocabe izquierdo - Muerte del rey Alfonso IX de León en 1230 y luto de su esposa Berenguela de Castilla. 


Lienzo III del arrocabe derecho - Proclamación en 1230 como rey de León del rey Fernando III de Castilla. 


Lienzo V del arrocabe izquierdo - La difunta reina Beatriz de Suabia, primera esposa de Fernando III de Castilla y de León. El lienzo V del arrocabe izquierdo es un reflejo exacto de éste, aunque en ese lado se representa la elevación de su alma al Cielo por medio de dos pares de alas de ángel pintadas sobre sendas tabicas colocadas una a cada lado del lienzo.


Lienzo VI del arrocabe derecho - Juana de Ponthieu, segunda esposa de Fernando III de Castilla y de León. El lienzo VI del arrocabe izquierdo es un reflejo exacto de éste salvo porque el emblema de Juan de Ponthieu está modificado, pasando a tener tres roeles en vez de cinco y bandas y barras en vez de palos; se representa de este modo la pérdida de dos de sus cinco hijos. 
 


Lienzo VII del arrocabe derecho - Compromiso c. 1243 entre el infante Alfonso de León, hijo de Fernando III, y la princesa Violante, hija de Jaime I de Aragón. 


Lienzo VII del arrocabe izquierdo - reflejo del lienzo anterior representando exactamente lo mismo pero con variante en el lineal superior, que presenta escudos cuartelados de Castilla y de León con cruces de luto en los cuarteles de los leones ya que el arrocabe izquierdo es el plano de las pérdidas frente al arrocabe derecho, que es el de los triunfos. 


Tres emblemas centrales del arrocabe trasero de la techumbre que son un homenaje póstumo a Leonor de Aquitania, reina primero de Francia y luego de Inglaterra - En el centro la doblemente reina difunta, a izquierda su nieta Berenguela de Castilla y de León y a su derecha Teresa de Portugal, primera esposa de Alfonso IX de León. Por medio del pacto entre Berenguela y Teresa, que conlleva la unión de las coronas de León y de Castilla, se puede viajar del Finisterre bretón al Finisterre leónes pasando en todo momento por territorios bajo el control de la familia Plantagenet-Aquitania. El clan finalmente controla la totalidad del Camino de Santiago francés, que conduce a la tumba del Apóstol pero también a la del bisabuelo de Berenguela, el padre de su abuela Leonor, el duque Guillermo X de Aquitania. 

Aparte de estos tres emblemas en el arrocabe trasero encontramos otros nueve, que representan territorios y mujeres que estuvieron bajo la influencia de Leonor de Aquitania, y otro más con la chova piquirroja, el de santo Tomás de Canterbury, el santo familiar de la dinastía Plantagenet-Aquitania. 


El ducado de Aquitania con los siete hijos de Leonor Plantagenet y Alfonso VIII de Castilla, los verdaderos herederos de Leonor de Aquitania frente al inepto de su hermano Juan Sin Tierra, responsable de la pérdida del imperio familiar.



El condado de Poitou con Isabel de Angulema, esposa de Juan sin Tierra y, por lo tanto, reina consorte de Inglaterra.



Leonor de Aquitania como reina de Inglaterra y de Francia, reivindicando su legado en ambos reinos.



El condado de Gascuña con Berenguela de Navarra, viuda del rey del Inglaterra, Ricardo Plantagenet, el Corazón de León, fallecido en 1199.





Y, por último, el condado de Bretaña con Leonor de Bretaña, nieta de Leonor de Aquitania e hija de Godofredo Plantagenet.





La reconstrucción de los escudos deteriorados se la debemos a la generosidad y el talento del heraldista salmantino José Moreiro Píriz.

El Convento de Santa Clara de Salamanca y la reina Berenguela de León y de Castilla

Hace ocho siglos, hacia 1220, la ciudad de Salamanca vivía una época de relativa calma. La lucha contra los musulmanes se había desplazado hacia Extremadura y la paz definitiva entre León y Castilla era por fin una realidad gracias al Pacto de Toro, suscrito en el verano de 1218 entre Alfonso IX de León y su hijo Fernando III, el rey de Castilla.

Pero la conquista de Al-Ándalus, que se consideraba como una auténtica cruzada, desplazó a muchos caballeros de sus casas, de tal forma que sus esposas se quedaban solas durante largas temporadas o terminaban viudas. Muchas de ellas, con ánimo de protección mutua, decidieron unirse en comunidad para vivir ascéticamente en torno a edificios religiosos. Era el caso de la ermita de Santa María (1), que inicialmente dio lugar al beaterio de las Dueñas (doñas) de Santa María, situado en lo que hoy es el Convento de Santa Clara de Salamanca.


Entrada principal del Convento de Santa Clara de Salamanca. 

Estos nuevos gineceos se convirtieron en algo tan habitual que al papa Gregorio IX se le presentó el problema de que estas mujeres religiosas no tenían un encuadramiento claro dentro de la Iglesia. Por ello, cuando Clara de Asís reúne a un grupo de mujeres en la iglesia de San Damián, adoptando la regla benedictina y el nombre de Damianitas, el pontífice verá una oportunidad para dar cabida institucional y reglada a todas estas comunidades. A partir de entonces promocionará ampliamente su expansión a través de múltiples bulas dirigidas a reyes, cardenales y obispos (2), solicitando su apoyo económico y protección.

Según la tradición, fue el viaje a Asís de algunas de las mujeres salmantinas congregadas en la ermita de Santa María lo que hizo que se acogieran la regla de las damianitas y que, hacia 1230, iniciaran la construcción de un monasterio, que en el siglo XIV se convertiría en convento y que pronto obtendría la categoría de “Real”. Tradición aparte y recurriendo a la documentación del convento salmantino de Santa Clara, la noticia más antigua del apoyo regio a la comunidad data de 1238 cuando, en el marco de la promoción papal a las Damianitas, se solicitó a Fernando III, afanado por entonces en la toma de Jaén, que apoyara a la congregación de Salamanca (3). Aparte de esta documentación, que ya nos parece suficiente para vincular a la reina madre Berenguela con la comunidad damianita de Salamanca, sabemos que la monarca escribió a santa Clara de Asís pidiéndole "la regla" en 1222 o quizá 1230 y que con la normativa que ésta le envió estableció una comunidad en pobreza y clausura radicales en la ciudad de Guadalajara (4). Lamentablemente no disponemos de documentación que demuestre que Berenguela fundó la comunidad damianita de Salamanca, pero, como hemos visto, la monarca estuvo tan involucrada en el asunto de las Damianitas que hasta escribió a Santa Clara para preguntarle cómo tenían de regirse estas comunidades religiosas que comenzaban a formarse en sus dominios.

Debía andar ya muy avanzada la construcción de la iglesia del monasterio hacia 1230 porque, en enero de ese año, el papa exhortó al obispo de Salamanca a consagrar con premura la iglesia (5). No obstante, parece que la oposición de varios caballeros salmantinos a la acumulación de bienes por parte de las hermanas y al ingreso en la congregación de muchas jóvenes en contra de la opinión de sus familias hizo que se retrasase esta consagración (6).


Entrada de la iglesia del Convento de Santa Clara de Salamanca. 

Llama la atención el gran número de bulas emitidas en 1244 que se conservan en el archivo del convento. En una de ellas el papa autorizó a la abadesa y monjas a celebrar oficios a puerta cerrada en su iglesia (7). Este dato es sumamente importante para nosotros, pues eso quiere decir que, necesariamente, por entonces la iglesia ya tenía techumbre. Asimismo, en 1245 el papa les concedió de nuevo el permiso de celebrar los oficios divinos en la iglesia “como ya lo hacían en otro tiempo y harán en lo sucesivo” (8). Por último, a partir de 1250 se habla abiertamente de las visitas de fieles a la iglesia y a las reliquias de santa Inés que se conservaban en el mismo, así como de las fiestas conmemorativas de su dedicación a Santa María (9).

Toda esta documentación era desconocida para nosotros cuando, hace unos meses, subimos hasta la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca con el propósito de dar explicación de la presencia en ella de unas pinturas de unas chovas piquirrojas, una de nuestras aves favoritas. Sin embargo, ahora pensamos que debió de ser en respuesta a las peticiones papales de apoyo cuando la entonces correinante, Berenguela de León y de Castilla, madre de Fernando III, encargada de los asuntos del reino desde Toledo, decidió apoyar la construcción de esta iglesia en una ciudad, Salamanca, a la que, a la vista del resultado, se sentía mucho más ligada de lo que nunca hemos pensado. Todo apunta a que la reina aprovechó su mecenazgo para dejar reflejada su vida en el friso de la techumbre a través de emblemas que, probablemente, en su época nadie identificó al completo, pues muchos de ellos están alterados de forma que el mensaje quede, al menos parcialmente, oculto.


Santa Clara interviene para salvar a un niño de un lobo, fresco de Giovanni di Paolo, 1455.

La reina falleció en noviembre de 1246 y, según nuestra interpretación, los hechos que narran los emblemas de la techumbre abarcan desde 1204 hasta, aproximadamente, el mismo año de su muerte. Por lo tanto, hay un encaje perfecto entre los acontecimientos históricos que se narran en la techumbre y las fechas de construcción de la iglesia, según la documentación del entonces monasterio. A ello debemos añadir las circunstancias ampliamente conocidas que ligan a Berenguela con Salamanca durante su etapa como reina consorte de León (1197-1204): los documentos del archivo catedralicio que indican que Salamanca se encontraba sub manu (bajo el mando) de la reina, el nombre que aún hoy ostenta la localidad de Villares “de la Reina” o el fallecimiento en esta ciudad de su hermana, la infanta Mafalda, en 1204.

Es cierto que a comienzos del siglo XV un importante incendio destruyó parte de las dependencias del convento, pero también lo es que, tal como explicaba Belén García de Figuerola en su tesis doctoral (10), nunca se supo hasta qué punto afectó a la Iglesia que, en nuestra opinión, conservó su techumbre original.

Tenemos también constancia documental de que en el siglo XVI ya nadie conocía el significado del programa iconográfico ni la identidad de los escudos y emblemas (11). En el XVIII la techumbre quedó oculta sobre la nueva bóveda barroca y hasta 1973 no se redescubrió esta maravilla de la que, desde entonces, sólo nos han dicho que contiene escudos de familias nobles salmantinas para los que, como afirmaba García de Figuerola, se desconocía “la identidad de la mayoría de ellos” (12).


Vista de los arrocabes derecho y trasero, de los cuadrales y de la falsa cúpula que cubre la iglesia barrroca del convento de Santa Clara de Salamanca. 

Tal vez se podría aplicar a los emblemas de este artesonado lo que afirma la profesora Lucía Lahoz, catedrática del departamento de Historia del Arte-Bellas Artes de la Universidad de Salamanca (13): “centrados en las prioridades cronológicas, se han olvidado de las funciones y de las imágenes dispuestas en los proyectos monumentales (Sauerlander, 1991: 339). El dato constata una fórmula reiterada en la historiografía: se ignora la iconografía y el mensaje que emiten. El problema radica en desatender el alcance de los gestos, dado que la cultura medieval es una cultura de gestos.”

Pasarían cincuenta años más desde aquel 1973 hasta que alguien, una mañana de 2023, cayera en la cuenta de que el arrocabe de la techumbre parecía contener un mensaje que la reina había dejado impreso en el mismo. Toda una historia, toda una vida…

Charo García de Arriba
Miguel Ángel Martín Mas

(1) Riesco Terrero, A., 1977. Datos para la historia del Real Convento de Clarisas de Salamanca. Catálogo documental de su archivo. Centro de estudios e investigación “San Isidoro”. Archivo histórico diocesano. León. Pág. 10.

(2) Fuentes Jiménez, M. (2021). Cartografía histórica del movimiento de las Clarisas de Castilla y León. Tutor: Luis Manuel Pérez-Zambrano Trabajo Fin de Máster. Lleida. Universitat de Lleida. Pág. 34.

(3) Riesco Terrero, A., 1977. Datos para la historia del Real Convento de Clarisas de Salamanca. Catálogo documental de su archivo. Centro de estudios e investigación “San Isidoro”. Archivo histórico diocesano. León. Pág. 29.

(4) Graña Cid, Mª del Mar, 2013. "Reinas, infantas y damas de corte en el origen de las monjas mendicantes castellanas (c. 1222-1316). Matronazgo espiritual y movimiento religioso femenino."

(5) Riesco Terrero. Pág. 30.

(6) Riesco Terrero. Pág. 30.

(7) Riesco Terrero. Pág. 30.

(8) Riesco Terrero. Pág. 34.

(9) Riesco Terrero. Pág. 37.

(10) García de Figuerola, B. (1996). Techumbres mudéjares en la provincia de Salamanca. Salamanca. Ediciones Diputación de Salamanca. Pág. 140.

(11) Ibídem. Pág. 144.

(12) Ibídem. Pág. 141.

(13) Lahoz, L. 2022. La imagen y su contexto cultural: la iconografía medieval. Editorial Síntesis. Madrid.

Una techumbre flordelisada - parte I

Contando que la decoración de la techumbre medieval del convento de Santa Clara nos "habla" de hechos acaecidos en los reinos de L...