sábado, 11 de noviembre de 2023

Ilegitimidad II - El tan obediente castellano y el tan rebelde leonés

Si por el papa Inocencio III, el azote de los matrimonios reales incestuosos, hubiera sido, Alfonso IX jamás habría llegado a ser rey de León ya que era hijo del matrimonio entre Fernando II de León y Urraca de Portugal, nieto él de Urraca I de León y nieta ella de Teresa de León, ambas hijas de Alfonso VI. Dado el grado de consanguineidad entre los contrayentes, este enlace fue anulado por el papa Alejandro III en 1175, pero el caso es que, en 1188, año de la muerte de Fernando II, su hijo Alfonso contaba con el inquebrantable apoyo de la nobleza y el clero leonés, así que fue proclamado como monarca a pesar de su condición de ilegítimo a ojos de la Santa Sede.


Fernando II de León, padre de Alfonso IX de León y tío de Alfonso VIII de Castilla, según una miniatura del Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela.

Lo cierto es que a Alfonso IX nunca le importó una higa lo que dijeran desde Roma, había sido excomulgado por el papa Celestino III en 1191 a causa del pacto que había firmado con los musulmanes almohades y aun así nadie en su reino se levantó contra él. Es por ello que no tuvo ningún reparo en desposarse con su prima hermana, Teresa de Portugal, sobrina de su madre, en 1191, un matrimonio que en 1196 ya había quedado deshecho ante la presión ejercida por el mismo papa que lo había excomulgado. No obstante, de este matrimonio nacieron tres vástagos: Sancha, Fernando y Dulce.


Emblema situado en el cuadral derecho de la techumbre que, según nuestra interpretación, representa a la descendencia habida entre Alfonso IX de León y Teresa de Portugal, teniendo en cuenta que su único hijo varón, Fernando el Portugués, había muerto en 1214. Según el prestigioso heraldista Faustino Menéndez Pidal de Navascués, la bordura es precisamente una creación heráldica castellana de mediados del siglo XIII para combinar los linajes paterno y materno. En este caso en el centro se muestran las armas del padre y alrededor de ellas una bordura de gules cargada de verados que aporta la madre. 


Emblema que representa a Teresa de Portugal con un verado ondulado oro y gules, representativo de Portugal, su reino naal, dentro de un losange propio de la realeza en razón del título de reina leonesa, que podía usar tras la anulación de su matrimonio. Este verado, forro de capa real, tiene los mismos colores que el escudo castellano, representando así la situación de vasallaje en la que, según los descendientes de Alfonso VII, estaba el reino de Portugal, escindido bajo estas condiciones tras el Tratado de Zamora de 1143. Dado que Alfonso VIII era hijo de Sancho III, primogénito a su vez de Alfonso VII, es muy posible que en su mente albergara la idea de que merecía ser emperador de los mismos territorios que había señoreado su abuelo. Portugal era uno de ellos, por eso, cuando se tiene que representar dicho reino en la armadura, se hace con el forro de una capa con colores castellanos, como un protectorado suyo nacido como Condado Portucalense dependiente del reino de León, que luego se convertiría en reino vasallo.


Detalle de los veros del forro de la capa del rey Alfonso IX de León. En la Heráldica primigenia veros y verados (veros que no son de color azul) representan la protección otorgada a una persona o un territorio de menor entidad por un rey o reino.

Por otro lado, estaba su primo Alfonso VIII de Castilla, siempre cumplidor con Roma, que era hijo de un matrimonio sin tacha, el de Sancho III y Blanca Garcés de Pamplona. Además, para evitar cualquier problema de consanguineidad, al rey castellano le buscaron una esposa en tierras extranjeras, Leonor Plantagenet, hija del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, con la que se desposó en 1170. La primogénita de este matrimonio fue Berenguela, nacida en 1180, a la que en 1197 casaron con Alfonso IX, primo hermano de su padre, en una maniobra política que iba a acabar con la cruenta guerra que en ese momento libraban los reinos de León y de Castilla y que además podría engendrar un heredero medio castellano para el reino de León. Con este enlace la familia real castellana acababa con la racha de matrimonios libres de incesto, pero las circunstancias bélicas y políticas mandaban y había que arriesgarse, aunque eso supusiera la infelicidad de por vida de una hija. Lo cierto es que el amor surgió tras la conveniencia, pero el matrimonio fue forzado a llegar a su fin por el papa Inocencio III en 1204. Si por Alfonso IX hubiera sido, Berenguela se habría quedado junto a él en León, pero para los padres de ella primaron las buenas relaciones con el papa y el temor de Dios, así que la reina leonesa se vio de vuelta en Castilla con sus dos hijas y sus dos hijos y con un título al que nunca renunció. 


Emblema que representa a la descendencia habida entre Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla. Armas plenas del padre en el centro y bordura de gules cargada de castillos de oro por la madre. Se ecuentra situado en el cuadral izquierdo de la armadura, mostrando Berenguela a sus hijos como legítimos ya que la bordura está cargada con los castillos.


Emblema de Fernando III de Castilla reconocido por el papa Honorio III como heredero legítimo del trono de León en el año 1218. Damos por hecho que Berenguela tuvo que llegar a algún compromiso con el papa Honorio III para que el rey castellano ganara la carrera de galgos por el reino de León frente a sus hermanastras leonesas-portuguesas Sancha y Dulce. Sin duda, los galgos castellanos corrieron "dopados" por la Santa Sede

Uno de los cinco frutos de este matrimonio fue el infante Fernando, futuro Fernando III de Castilla desde 1217 y de León desde 1230, tronos que el hijo consiguió gracias a que la madre dedicó todos sus esfuerzos a eliminar la mancha de ilegitimidad que había caído sobre él desde el mismo momento de su nacimiento. El reconocimiento definitivo como heredero legítimo del reino de León llegó en 1218, cuando el papa Honorio III ratificó lo que ya en 1206 Alfonso VIII y Alfonso IX habían firmado en el Tratado de Cabreros. Resulta muy curioso que a partir de ese mismo año de 1218 Berenguela se convirtiera en la principal valedora de las comunidades religiosas de damianitas, algo que le había pedido el mismo papa que había legitimado a su hijo, siendo precisamente una de esas comunidades el germen de lo que se convertiría en el convento de Santa Clara de Salamanca, para cuya iglesia se construyó una techumbre que, según nuestra interpretación, se decoró con una crónica visual-heráldica que narra precisamente hechos de la vida de Berenguela y de su hijo Fernando III.


Santa Clara de Asís. Según María del Mar Graña Cid en su artículo "Reinas, infantas y damas de corte en el origen de las monjas mendicantes castellanas (c. 1222-1316).  Matronazgo espiritual y movimiento religioso femenino" la reina Berenguela y Clara de Asís mantuvieron correspondencia y la monarca se convirtió en la principal valedora de los beateríos de mujeres viudas y huérfanas a causa de la guerra contra los musulmanes. Estos beateríos se transformaron primero en comunidades de Damianitas y luego en conventos de Clarisas como el que tenemos en Salamanca. El nombre de Damianitas viene porque Clara estableció su primera comunidad en la iglesia de San Damián de Asís. 

Una techumbre flordelisada - parte I

Contando que la decoración de la techumbre medieval del convento de Santa Clara nos "habla" de hechos acaecidos en los reinos de L...