lunes, 11 de noviembre de 2024

Alegato por la techumbre

Resulta realmente difícil ofrecer en apenas unos párrafos una conclusión al respecto de lo que supone para la Historia y la Historia del Arte la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca, ya que hay tantas razones que la hacen única, que dar cuenta solamente de alguna de ellas sería una verdadera injusticia, puesto que todas son de gran calado.


Representación de la proclamación de Fernando III de Castilla como rey de León en 1230.

Aun si la viéramos desnuda de su iconografía, considerada únicamente desde el punto de vista arquitectónico, todo apunta a que estamos ante un perfecto ejemplo de la carpintería de lo blanco, concretamente de una armadura de par y nudillo rematada en lima bordón de las más antiguas del país, lo que, per sé, bastaría para considerarla como una obra de gran relevancia. 


Una armadura rematada en lima y bordón y con apenas siete centímetros de sección en los pares y nudillos, una medida que delata su antigüedad, ya que esta técnica constructiva era común antes del siglo XIII y se abandona cuando esta carpintería alcanza su apogeo en las ciudades conquistadas a los musulmanes durante el reinado de Fernando III, todo esto según el que fuera restaurador de la techumbre a finales de los años ochenta del pasado siglo, el arquitecto Enrique Nuere Matauco.

Pero obviamente su mayor valor está en la carga simbólica expresada a través de su decoración heráldica. No creemos que exista otra obra heráldica del siglo XIII o anterior que muestre tal despliegue de iconos, escudos y emblemas. Así las cosas, heráldicamente sería justo considerarla como la cuna del que después se conoció como arte del blasón. No conocemos otra obra que mejor refleje el nacimiento de la heráldica, que germinó en el siglo XII y precisamente en el entorno del mundo caballeresco y del amor cortés de las cortes aquitana y castellana, donde cada emblema era una senhal plena de significado. Nunca nos cansaremos de decirlo, si en heráldica existen los emblemas parlantes, tales como el león del reino de León, el castillo del reino de Castilla o la cabra del linaje Cabrera, esta armadura es, en su conjunto, una joya arquitectónica parlante.


Representación de la muerte de Alfonso IX de León en el año 1230. 

Como armadura parlante que es, nos ofrece un discurso narrativo, siendo éste otro de sus grandes valores: la historia que se cuenta. Estamos ante la versión iconográfica de algunos de los capítulos de las crónicas De Rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada o de la Chronicum Mundi de Lucas de Tuy, ambas promocionadas por la reina Berenguela. No solamente  se trata de que cada emblema tiene un significado por sí mismo, sino también de que todos, como conjunto, están dispuestos con una intencionalidad paralela y complementaria a la que tenían esas crónicas coetáneas. Impresiona el ingenio del ideólogo o ideóloga de la decoración para representar visualmente, a través de esta heráldica primigenia, ciertos personajes y hechos históricos.


El emblema del rey Fernando III de Castilla y de León junto al león de oro en campo de gules de su bisabuelo Enrique II de Inglaterra y la chova piquirroja de Tomás de Canterbury, santo protector de la dinastía Plantagenet.

En nuestra opinión la techumbre glosa la unión de los reinos de León y Castilla en la persona del rey Fernando III, un hecho acaecido en el año 1230 y que, a ojos de historiadores del calado de Ramón Menéndez Pidal, es el germen de lo que hoy en día es España. Seguramente estamos ante la única obra pictórica que glosa ese hecho histórico en el momento en el que se produjo el mismo, una genialidad muy probablemente ideada por una de las protagonistas de todo aquel asunto, la reina Berenguela la Grande (1180-1246). Además, el estudio riguroso de los hechos históricos representados demuestra que la búsqueda de la paz entre estos dos reinos fue el motivo fundamental que impulsó dicha unión y que la diplomacia desplegada por dos mujeres, Teresa de Portugal  y Berenguela de Castilla, las exesposas de Alfonso IX de León, consiguió lo que en las décadas anteriores la guerra librada por los hombres había hecho imposible.


Emblema cuartelado de Fernando III de Castilla y de León y brisura del mismo, con el cuartelado en aspa, para representar a la reina madre Berenguela. Quizá estemos ante las representaciones más antiguas que se conservan de nuestro cuartelado, que fue una innovación heráldica castellana surgida a mediados del siglo XIII. 

La política matrimonial propia de la época, también representada en esta techumbre a través de las reinas Leonor Plantagenet, Berenguela, Beatriz de Suabia, Juana de Ponthieu y Violante de Aragón da a la misma una dimensión nacional e internacional, ya que el estudio de su decoración requiere y a la vez facilita el conocimiento de las circunstancias históricas de otras monarquías hispanas, pero también de las de Portugal, Francia o Inglaterra. Para la historia de este último país resulta especialmente significativo que las chovas piquirrojas pintadas en el arrocabe, alusivas a santo Tomás de Canterbury, puedan ser las más antiguas que se conservan.


Representación de la fallecida Beatriz de Suabia, primera esposa de Fernando III.

Pero, sin duda, el asunto que resulta más controvertido y que más intriga causa es el de saber quién fue el verdadero ideólogo o ideóloga de la decoración iconográfica de la armadura, ya que, a falta de un documento que aclare definitivamente tal asunto, siempre nos veremos envueltos en un enigma. Ahora bien, si en su Chronicon Mundi Lucas de Tuy comienza proclamando el mecenazgo que Berenguela le concedió, en el caso de la techumbre pensamos que existe una declaración iconográfica de mecenazgo en las tabicas centrales de los arrocabes laterales, las primeras que veían los fieles al acceder al templo, si levantaban la vista para admirar la colorida armadura. Dichos lienzos centrales plenos de emblemas y figuras se convierten así en una especie de firma de autor, reconociendo y ensalzando a la ideóloga de la decoración de la armadura. Parece como si esas tabicas que contienen los emblemas del castillo, la chova piquirroja, el cuartelado aspado de leones y castillos y unas flores de lis con dos cetros cruzados fueran una manera iconográfica de decirnos Berenguela me fecit


Berenguela de Castilla y de León, hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet, reina madre de Castilla y de León.

Así las cosas, dado el conocimiento y reconocimiento que proporciona de la figura de esta singular monarca, la techumbre además tiene un gran impacto desde una perspectiva de género, ya que cualquiera que la investigue terminará convencido de que ya en el siglo XIII hubo mujeres que ejercieron el poder con una gran independencia. En efecto, la Grande no sólo mostró su orgullo de ser reina de cara a la galería, sino que, tal y como hicieron su abuela Leonor de Aquitania, su madre Leonor Plantagenet y su hermana Blanca de Francia, tomó las riendas de asuntos de estado tales como la administración ordinaria, la política matrimonial, las crónicas históricas y la formación del heredero, de la cual se encargó personalmente, conocedora de cómo la educación influye en los actos futuros de las personas. Fue hasta tal punto consciente de esto último que nosotros estamos convencidos de que la monarca diseñó la decoración de esta techumbre para ofrendársela a su nieto, el futuro Alfonso X, que antes que rey fue tenente de Salamanca y que demostró haber comprendido el mensaje del speculum princeps al referirse a su abuela con estas emotivas palabras contenidas en la Crónica General:

Esta era espeio de Castiella et de León et de toda Espanna, por cuyo conseio et por cuyo seso sse guiauan muchos reynos. (…). Llorada fue por Castiella de conjeios et de todas las gentes de todas lees; muy llorada fue de caualleros pobres a quien ella muchos bienes fazia. Esta era toda conplida sienta et amiga de Dios. La nonbradia de sus bienes, et de las bonas obras et de las noblezas desta, fue esparzida por todo el mundo; ca esta fue enxienplo de toda bondat, a la qual aya Dios merced et piedat.

La chova piquirroja en el Senado

Las chovas piquirrojas de la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca han abandonado la quietud de su letargo de sig...