Hoy queremos hablar del sexo de las flores y, por qué no, del de las reinas y concubinas reales de la Baja Edad Media, pero no os confundáis, porque la pregunta que nos planteamos es: ¿pistilo o vulva? Volvemos de nuevo a tratar, esta vez desde un punto de vista totalmente diferente, el asunto de la representación iconográfica de la legitimidad para ocupar el trono, en nuestra opinión tan presente en la decoración heráldica de la techumbre de la iglesia del Real Convento de Santa Clara de Salamanca.
Pin del siglo XIV representando a una vulva peregrina. Es posible que ciertas cosas que causan pudor hoy en día, no lo causaran en la Edad Media, y de ahí ciertas representaciones que consideramos eróticas en los capiteles de algunas iglesias del Románico.
Mujer que muestra sus órganos sexuales en el capitel del presbiterio de la colegiata de San Pedro de Cervatos (Cantabria). Lo mismo no representa nada pecaminoso, sino más bien la importancia de las mujeres como receptáculos del linaje y como alumbradoras de nueva vida.
Imagen contenida en el libro de oraciones de Bona de Luxemburgo (1315-1349), primera esposa de Juan II de Francia. Se representa la llaga del costado de Cristo y los atributos de la pasión.
Si algo tenemos claro después de tantas y tantas visitas a ese sobrao de la historia de los reinos de León y de Castilla es que las flores de lis sirvieron en la Edad Media para representar a reyes y reinas, siendo éstas últimas sus principales portadoras durante los siglos XIII y XIV.
Sello de Urraca de Portugal, madre de Alfonso IX de León. Su matrimonio con Fernando II de León fue anulado por razones de consanguinidad, pero en su sello personal muestra la flor de lis que la identifica como reina legítima y, en consecuencia, como receptáculo del heredero también legítimo.
Lirio entre dos leones esculpìdo sobre el supuesto sepulcro de Urraca de Portugal en la iglesia de Santa María Magdalena en Zamora. Ahí está enterrada una reina, eso es seguro.
En defensa de esta teoría os hemos mostrado en varias entradas de nuestro Blog multitud de ejemplos de esta iconografía.
El caso es que, tras analizar las imágenes de flores medievales que hemos ido recopilando y escuchar y leer a investigadores como Isabel Mellén y Gorka López, nos surge la duda de hasta qué punto este emblema estaba relacionado, como se ha dicho tradicionalmente, exclusivamente con el “lirio de los valles” bíblico, ya que quizá la representación esquemática de la sección vertical de una flor aludía también al paralelismo que ésta guarda con la vulva.
Pintura en la iglesia alavesa de Alaiza que ha sido tradicionalmente identificanda con el diablo defecando el mal sobre el mundo. Los profesores Isabel Mellén y Gorka López piensan que en realidad se trata de una dama de la nobleza dando a luz, la cabeza femenina del linaje que era propietario de la iglesia, destacando de esa forma su papel fundamental como continuadora de la saga familiar.
Es decir, queremos saber si es posible que el juego que planteó la galería de arte Tate Modern ya se podía haber realizado con las flores de lis que acompañaban a la iconografía de las reinas hace siete u ocho siglos. ¿Pistilo o vulva?, esa es la cuestión.
Fijémonos primero en la flor de lis que acompaña al emblema cuartelado en sotuer que, según nuestra interpretación, representa en la techumbre salmantina a Berenguela la Grande, la madre de Fernando III, para ella el indiscutible heredero legítimo de los reinos de León y de Castilla.
Su remate parece tener una clara forma de vulva y, por si fuera poco, se enmarca en un rombo o losange, símbolo de realeza, como ya hemos explicado en varias ocasiones. Se representa de este modo que el poder de las reinas y las damas de la nobleza recaía en su capacidad de engendrar y dar a luz herederos.
Vamos ahora a analizar esta imagen del cartulario de Toxos Outos. Podemos ver a Teresa de León, hija de Alfonso VI y de su concubina Jimena Muñoz, situada entre su hija Urraca Enríquez y el prometido de ésta. El cetro de Teresa es una flor marchita, ya ha dado fruto que debía, pero la flor de Urraca contiene una piña, símbolo de la fecundidad real y de la sucesión legítima, como hemos venido explicando. El nuevo fruto nacerá de ella.
Del mismo cartulario es esta imagen de Violante de Aragón, esposa de Alfonso X. La reina sostiene un cetro que se remata con una flor que tiene la misma forma ovalada y el tono rosado fuerte que la de la flor que acompaña al emblema cuartelado de Berenguela en la techumbre salmantina. El rey porta el cetro del poder político, la reina el del poder de engendrar infantes e infantas.
Y el caso es que hace unos días volvimos a toparnos con algo similar en el Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas, a donde se dice que se trasladaron los restos de Leonor de Guzmán y Ponce de León años después de su muerte. En la sala de entrada a los baños árabes vimos el escudo que mostramos a continuación y que bien podríamos atribuir a esta noble dama, ya que era descendiente de Alfonso IX de León y miembro de la familia Guzmán, casa que lucía en su blasón unos calderos con sierpes. Pero lo más interesante es que su emblema se presenta de forma alterna con otro que muestra una sección floral que remata en pequeñas flores de lis. Las formas, de nuevo, nos recuerdan al sexo femenino.
Leonor fue ejecutada en Talavera de la Reina un año después de que su amante, el rey Alfonso XI de Castilla y de León, con el que había tenido diez hijos, muriera en Gibraltar en 1350. Los responsables de su muerte fueron la esposa legítima del monarca, María de Portugal, y su hijo legítimo, el rey Pedro I el Cruel, a los que el rey había ignorado completamente en favor de su amante y de sus hijos bastardos. En 1369 uno de los hijos de Leonor, Enrique, vengó su muerte acabando con la vida de su medio hermano, el rey Pedro I, iniciándose así una nueva dinastía con Enrique II el Fratricida como primer rey de la misma. Fue entonces cuando los restos de Leonor se trasladaron a Tordesillas, al convento que antes había sido el palacio mudéjar que su amante había construído para ella. Parece posible que la estancia que albergara sus restos fuera decorada con un escudo que mostrara sus linajes materno y paterno y con esa sección floral, un símbolo de la legitimidad para reinar de su descendencia, los Trastámara.
Detalle del techo de la sala fría de los baños árabes del palacio que Alfonso XI construyó en Tordesillas para Leonor de Guzmán.
Escudo de la casa de Guzmán.
De vuelta al Real Convento de Santa Clara de Salamanca, que creemos que se fundó con el apoyo de la reina Berenguela y de su hijo Fernando III, cuya legitimidad para reinar en León fue puesta en duda, en el claustro se pueden ver unos capiteles románicos con unas flores en las que la sección del pétalo central muestra una línea vertical que de nuevo delata una abertura.
Quizá sea tan sólo una curiosidad, pero lo que sí resulta realmente curioso es que cuando son hombres los que quienes sostienen cetros rematados en lises, ese pétalo central suele estar completamente cerrado. Por ejemplo, fijémonos en esta pintura que se conserva en el monasterio vallisoletano de Santa María de Valbuena de Duero y que se cree que representa a Alfonso VII y a su concubina Urraca Fernández de Castro.
Ella porta una flor de lis que mantiene una abertura en el pétalo central. En cambio, él porta un cetro con flor de lis de pétalo central cerrado que tiene forma fálica.
La flor de lis cerrada para el rey la encontramos también en el cetro de Alfonso III el Magno y en la flor de lis que decora la tabica que, para nosotros, representa el fallecimiento de Alfonso IX en la techumbre salmantina.
En conclusión, nos planteamos si es posible que, jugando con el paralelismo entre pistilo y vulva, estas lises o adornos florales pudieran ser alegorías de la reina como receptáculo del heredero legítimo y del alumbramiento de la sucesión legítima. Idea que, tal y como como afirma la profesora Isabel Mellén, pudo resultar mucho más natural en la Edad Media de lo que nos hicieron creer en los siglos posteriores.
De hecho, no debemos olvidar que el poder que ostentaron al final de sus vidas Leonor de Aquitania y sus nietas Berenguela de Castilla y Blanca de Francia, lo obtuvieron, precisamente, por la fuerza que les dio ser receptáculos del heredero del trono. Esa fue la razón de su ser y de su poder.
Representación de la reina Berenguela la Grande en el cartulario de Toxos Outos.
Permitidnos terminar esta entrada con un enlace a este estupendo artículo de Roberto Suazo dedicado a las vulvas peregrinas y al tópico literario de "os vulvae", ya que resulta curioso comprobar cómo aquellas hermosas representaciones femeninas creadoras de vida fueron deturpadas por la misoginia a partir de finales del siglo XIV.