La tabica superior del primer tramo del arrocabe izquierdo presenta en su centro un emblema con el que ya nos hemos topado antes en los cuadrales de la techumbre: un escudo de cinco flores de oro en campo de gules que que creemos que representa a Alfonso VIII de Castilla como líder de la cruzada de los reinos cristianos peninsulares contra los almohades.
Ahora bien, nos gustaría hacer una apreciación adicional: estando dicho emblema situado encima de la representación de los sepulcros de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, nos preguntamos si en realidad no representa solamente al rey, sino también a su consorte. En este sentido queremos recordar cómo este férreo matrimonio se confirmaba a través del empleo de la fórmula una cum uxore mea que Alfonso VIII introdujo en los documentos diplomáticos (1). Asimismo, hemos de recordar el protagonismo que las crónicas otorgan a la reina Leonor Plantagenet en la búsqueda de la paz entre los reinos cristianos para así poder encarar juntos la lucha contra los musulmanes, siendo prueba de ello las negociaciones que dieron lugar al matrimonio entre Berenguela y Alfonso IX en 1197.
Si ahora giramos la vista hacia el tramo de arrocabe enfrentado, el derecho, se presenta un cuartelado en el que los cuarteles primero y cuarto están ocupados por sendas flores de lis de plata en campo de sable y los cuarteles segundo y tercero por seis fajas que alternan plata y sable.
Como puede observarse, no aparecen castillos ni leones, lo que puede deberse al hecho de que el infante Alfonso es aún heredero, no rey, aunque también pensamos que podría ser una forma de destacar el emblema de la flor de lis. Los reinos de Castilla y de León, como territorios concretos, llegarán al heredero a través de otros personajes representados en emblemas pintados sobre la misma tabica, pero en este caso se quiere hacer hincapié en la condición de monarca con un carácter genérico, un cargo para cuyo ejercicio el heredero ha de tener como modelo a su bisabuelo paterno, el monarca Alfonso VIII de Castilla, sobre todo porque en la época en la que se decora la techumbre el infante ya acumula bastante poder al ser tenente de importantes ciudades del reino de León.
En conclusión, tenemos a un monarca, Alfonso VIII de Castilla, que ostenta cinco flores de lis en tanto en cuanto lidera cinco reinos en la lucha contra el Islam y enfrente a su bisnieto Alfonso, que ostenta ya una de las flores en tanto en cuanto ejerce de monarca en prácticas del reino de León. Asimismo, parece que hay una intencionalidad de representar por medio de este par de emblemas enfrentados, que es de Alfonso VIII de quien procede la flor de lis entregada al joven príncipe, el emblema de realeza por excelencia, aunque quizá se quiera glosar que el bisnieto se forma como monarca mirándose en el espejo del bisabuelo, el mejor gobernante conocido, tal y como se le considera en las crónicas castellanas de la época.
El infante Alfonso, tenente de Salamanca, y el reflejo de su bisabuelo paterno Alfonso VIII de Castilla.
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(1) Poza Yagüe, M. (2017). "Una Cum Uxore Mea: la dimensión artística de un reinado. Entre las certezas documentales y las especulaciones iconográficas". En Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra: confluencias artísticas en el entorno de 1200. Madrid. Ediciones Complutense.. Pág. 71.