Berenguela falleció en Burgos el 8 de noviembre de 1246, dejando a su enfermizo hijo Fernando, que solamente la sobrevivió seis años, reinando en solitario y teniendo como heredero a su hijo Alfonso, en el que su abuela había puesto todas sus esperanzas. El infante, en el que confluían los linajes de Borgoña, Hohenstaufen y Plantagenet, se convirtió en rey de Castilla y de León a los treinta y un años, en 1252, pasando a la historia con el sobrenombre de “el Sabio”, lo que no es de extrañar, dado que su abuela paterna se ocupó personalmente de su educación, encomendándole además la tenencia de la ciudad de Salamanca y de otras localidades importantes del reino de León.
Ya hemos contado en la entrada anterior que creemos que los cuatro emblemas de la tabica inferior del primer tramo del arrocabe derecho representan precisamente al tenente de la ciudad del Tormes en la época en la que se decoró la techumbre, es decir, al infante Alfonso.
En la tabica superior de ese mismo tramo encontramos los siguientes emblemas, todos alusivos al infante Alfonso y en tonos de luto, ya que se encuentran situados frente al primer tramo del arrocabe izquierdo, donde se representan a sus bisabuelos paternos fallecidos, el rey Alfonso VIII de Castilla y la reina Leonor Plantagenet.
Cada uno de dichos emblemas tiene además su propio reflejo en la tabica superior del primer tramo del arrocabe izquierdo, siendo éstos los emblemas representados, todos alusivos a ejemplos de vida a seguir por el infante. Veamos a través de las siguientes cinco entradas cuáles son las parejas de emblemas que se forman y que configuran el speculum princeps del infante Alfonso, el heredero al que había que preparar a conciencia para los retos a los que habría de enfrentarse durante su reinado, ya que, a diferencia de su padre, no iba a poder contar con la presencia y supervisión de su abuela Berenguela. Alfonso X se iba a quedar solo, así que había que asegurarse de que lo iba a hacer bien.