Como colofón al tema del amor cortés hemos pensado que resultaría muy ilustrativo hacer aquí un compendio de las distintas formas, senhales o pseudónimos, con los que la reina Berenguela se nos presenta en distintos puntos de la techumbre. Algunos de estos emblemas ya los conocemos por entradas anteriores y otros aparecerán por primera vez en las siguientes.
En primer lugar nos encontramos a Berenguela representada con un castillo y una chova piquirroja. El castillo hubiera sido fácilmente identificable en su época, ya que era el emblema de su padre, Alfonso VIII, rey de Castilla. Otro asunto es el de la chova piquirroja, puesto que no podemos saber hasta qué punto era conocida en los reinos de León y de Castilla la relación entre esta ave, santo Tomás Cantuariense y la dinastía Plantagenet-Aquitania. ¿Utilizó Berenguela el córvido para esconder su identidad? Si es así, fue una estratagema de lo más exitosa, puesto que esta ave de plumaje negro y pico y patas rojas ha sido identificada por especialistas en Historia del Arte como paloma y como cuervo, pero nunca como lo que claramente es, una chova piquirroja. Y el caso es que, si no identificas bien el ave y no conoces su relación con la dinastía Plantagenet-Aquitania, difícilmente vas a llegar a descubrir la identidad que se esconde detrás de ella.
Luego está el emblema oficial de la reina, el que campea sobre las chovas piquirrojas y los castillos en los lienzos centrales del arrocabe de la techumbre. Es Berenguela con sus armas, sin ocultamiento ninguno, con el escudo de Castilla y de León cuartelado en sotuer.
A partir de aquí la monarca aplica alteraciones sobre los escudos de Castilla y León, que va a cuartelar a veces en cruz y a veces en sotuer.
En
la tabica superior del primer tramo del arrocabe izquierdo se representa frente a su nieto y heredero, el infante Alfonso, con un cuartelado en el que el espacio reservado
para los leones se cubre con palos de sable (negros). Entendemos que se quiere
poner énfasis en que lo que ella aporta al heredero es la sucesión castellana,
pero también pudiera ser una forma de reflejar la nulidad de su matrimonio con Alfonso IX de León, que se
hizo efectiva en mayo de 1204.
En el arrocabe trasero, en el lineal superior derecho (lado de la epístola) hay un emblema que contiene una especie de panteón familiar en el que se muestran lo que parecen tres tumbas. Pues bien, a cada lado de dicho emblema hay dos emblemas más que entendemos que responden a una nueva representación de la reina Berenguela partiendo de su escudo oficial cuartelado en sotuer. En esta ocasión Berenguela transforma los tonos a colores de luto (oro y sable), lo cual obliga a marcar mucho más la cruz central, y cambia los castillos por flores de lis como incidiendo en su realeza leonesa.
En 1216, cuando se está librando una guerra civil en Castilla tras la muerte de su padre, Alfonso VIII, Berenguela es despojada de todo poder en su reino natal así que envía a su hijo Fernando al reino de León bajo la tutela de Alfonso IX. Se representa entonces con otro emblema en el que vela los castillos y deja los leones de sable, es decir, sólo le queda visible la figura del reino cuya titularidad mantuvo aún después de anulado su matrimonio.
En 1218, cuando el papa dio su visto bueno a lo acordado en el Tratado de Cabreros del Monte de 1206 y reconoce como heredero del reino de León a Fernando, se representa al lado de su hijo, casi escondida, con el mismo emblema con el que apareció junto a Alfonso IX en la trasera de la techumbre, de nuevo poniendo énfasis en su parte más leonesa.