martes, 11 de abril de 2023

Condenada al amor cortés - Parte III

Como colofón al tema del amor cortés hemos pensado que resultaría muy ilustrativo hacer aquí un compendio de las distintas formas, “senhales” o pseudónimos, con los que la reina Berenguela se nos presenta en distintos puntos de la techumbre. Algunos de estos emblemas ya los conocemos por entradas anteriores y otros aparecerán por primera vez en las siguientes.

En primer lugar nos encontramos a Berenguela representada con un castillo y una chova piquirroja. El castillo hubiera sido fácilmente identificable en su época ya que era el emblema de su padre, Alfonso VIII, rey de Castilla. Otro asunto es el de la chova piquirroja, puesto que no podemos saber hasta qué punto era conocida en los reinos de León y de Castilla la relación entre esta ave, santo Tomás Cantuariense y la dinastía Plantagenet-Aquitania. ¿Utilizó Berenguela el córvido para esconder su identidad? Si es así, fue una estratagema de lo más exitosa, puesto que esta ave de plumaje negro y pico y patas rojas ha sido identificada por especialistas en Historia del Arte como paloma y como cuervo, pero nunca como lo que claramente es, una chova piquirroja. Y el caso es que, si no identificas bien el ave y no conoces su relación con la dinastía Plantagenet-Aquitania, difícilmente vas a llegar a descubrir la identidad que se esconde detrás de ella.


Luego está el emblema oficial de la reina, el que campea sobre las chovas piquirrojas y los castillos en los lienzos centrales del arrocabe de la techumbre. Es Berenguela con sus armas, sin ocultamiento ninguno, con el escudo de Castilla y de León cuartelado en sotuer.


A partir de aquí la monarca aplica alteraciones sobre los escudos de Castilla y León, que va a cuartelar a veces en cruz y a veces en sotuer.

A comienzos de 1204 se representa con un emblema de Castilla y de León cuartelado en cruz en el que los leones son de sable para mostrar el luto por la muerte de su hija Leonor en 1202. Es la situación inicial, la casilla de salida, por ello, la trasformación es mínima para permitir así el seguimiento de su identidad al observador avezado.


En mayo de 1204, tras su anulación matrimonial, se representa con el emblema anterior, pero esta vez los leones quedan ocultos tras palos de sable, señal de su expulsión del reino de León.


Cuando fallece Mafalda en ese mismo año de 1204, aplica dos trasformaciones más al emblema anterior: convierte los palos en fajas y los castillos en flores de lis para reivindicarse así como señora de Salamanca y reina de León. Muy significativa es la trasformación del castillo en flor de lis, que será reiterativa, como veremos más adelante.


En la muerte de su abuela, Leonor de Aquitania, reflejada en el arrocabe trasero de la techumbre y a la que dedicaremos las siguientes entradas, Berenguela mantiene el emblema anterior, pero deja visto el león y además en púrpura. Nos advierte de este modo de que ella se consideraba, por encima de todo, reina de León, la esposa de Alfonso IX.


Sin salir del arrocabe trasero, en el lineal superior derecho (lado de la epístola) hay un emblema que contiene una especie de panteón familiar en el que se muestran lo que parecen tres tumbas. Pues bien, a cada lado de dicho emblema hay dos emblemas más que responden a una nueva representación de la reina Berenguela partiendo de su escudo oficial cuartelado en sotuer. En esta ocasión Berenguela transforma los tonos a colores de luto (oro y sable), lo cual obliga a marcar mucho más la cruz central, y, de nuevo, cambia los castillos por flores de lis. Además, a un lado y otro el orden de las figuras se invierte: el emblema izquierdo tiene flores de lis a derecha e izquierda y leones arriba y abajo y el derecho leones en el centro y flores arriba y abajo. Podemos interpretar esta alteración como una forma de indicar que Berenguela sentía ambos reinos como propios, una especia de “tanto monta, monta tanto”, pero de León y de Castilla.




En 1216, cuando se está librando una guerra civil en Castilla tras la muerte de su padre, Alfonso VIII, Berenguela es despojada de todo poder en su reino natal así que envía a su hijo Fernando al reino de León bajo la tutela de Alfonso IX. Se representa entonces con otro emblema en el que vela los castillos y deja los leones de sable.


En 1218, cuando el papa dio su visto bueno a lo acordado en el Tratado de Cabreros del Monte de 1206 y reconoce como heredero del reino de León a Fernando, se representa al lado de su hijo, casi escondida, con el mismo emblema con el que apareció junto a Alfonso IX en la trasera de la techumbre.


Por último, en los lineales superiores del arrocabe izquierdo de la techumbre aparece la forma más común de representación de Berenguela: la del cuartelado en cruz con los castillos vistos y el lugar que debían ocupar los leones cubierto por una cruz latina hueca y de sable. Reflejaría así que ese corazón de frontera, dividido entre León y Castilla, sufría ya un luto permanente por lo que se refería a la parte leonesa.

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