domingo, 21 de mayo de 2023

El Convento de Santa Clara de Salamanca y la reina Berenguela de León y de Castilla

Hace ocho siglos, hacia 1220, la ciudad de Salamanca vivía una época de relativa calma. La lucha contra los musulmanes se había desplazado hacia Extremadura y la paz definitiva entre León y Castilla era por fin una realidad gracias al Pacto de Toro, suscrito en el verano de 1218 entre Alfonso IX de León y su hijo Fernando III, el rey de Castilla.

Pero la conquista de Al-Ándalus, que se consideraba como una auténtica cruzada, desplazó a muchos caballeros de sus casas, de tal forma que sus esposas se quedaban solas durante largas temporadas o terminaban viudas. Muchas de ellas, con ánimo de protección mutua, decidieron unirse en comunidad para vivir ascéticamente en torno a edificios religiosos. Era el caso de la ermita de Santa María (1), que inicialmente dio lugar al beaterio de las Dueñas (doñas) de Santa María, situado en lo que hoy es el Convento de Santa Clara de Salamanca.


Entrada principal del Convento de Santa Clara de Salamanca. 

Estos nuevos gineceos se convirtieron en algo tan habitual que al papa Gregorio IX se le presentó el problema de que estas mujeres religiosas no tenían un encuadramiento claro dentro de la Iglesia. Por ello, cuando Clara de Asís reúne a un grupo de mujeres en la iglesia de San Damián, adoptando la regla benedictina y el nombre de Damianitas, el pontífice verá una oportunidad para dar cabida institucional y reglada a todas estas comunidades. A partir de entonces promocionará ampliamente su expansión a través de múltiples bulas dirigidas a reyes, cardenales y obispos (2), solicitando su apoyo económico y protección.

Según la tradición, fue el viaje a Asís de algunas de las mujeres salmantinas congregadas en la ermita de Santa María lo que hizo que se acogieran la regla de las damianitas y que, hacia 1230, iniciaran la construcción de un monasterio, que en el siglo XIV se convertiría en convento y que pronto obtendría la categoría de “Real”. Tradición aparte y recurriendo a la documentación del convento salmantino de Santa Clara, la noticia más antigua del apoyo regio a la comunidad data de 1238 cuando, en el marco de la promoción papal a las Damianitas, se solicitó a Fernando III, afanado por entonces en la toma de Jaén, que apoyara a la congregación de Salamanca (3). Aparte de esta documentación, que ya nos parece suficiente para vincular a la reina madre Berenguela con la comunidad damianita de Salamanca, sabemos que la monarca escribió a santa Clara de Asís pidiéndole "la regla" en 1222 o quizá 1230 y que con la normativa que ésta le envió estableció una comunidad en pobreza y clausura radicales en la ciudad de Guadalajara (4). Lamentablemente no disponemos de documentación que demuestre que Berenguela fundó la comunidad damianita de Salamanca, pero, como hemos visto, la monarca estuvo tan involucrada en el asunto de las Damianitas que hasta escribió a Santa Clara para preguntarle cómo tenían de regirse estas comunidades religiosas que comenzaban a formarse en sus dominios.

Debía andar ya muy avanzada la construcción de la iglesia del monasterio hacia 1230 porque, en enero de ese año, el papa exhortó al obispo de Salamanca a consagrar con premura la iglesia (5). No obstante, parece que la oposición de varios caballeros salmantinos a la acumulación de bienes por parte de las hermanas y al ingreso en la congregación de muchas jóvenes en contra de la opinión de sus familias hizo que se retrasase esta consagración (6).


Entrada de la iglesia del Convento de Santa Clara de Salamanca. 

Llama la atención el gran número de bulas emitidas en 1244 que se conservan en el archivo del convento. En una de ellas el papa autorizó a la abadesa y monjas a celebrar oficios a puerta cerrada en su iglesia (7). Este dato es sumamente importante para nosotros, pues eso quiere decir que, necesariamente, por entonces la iglesia ya tenía techumbre. Asimismo, en 1245 el papa les concedió de nuevo el permiso de celebrar los oficios divinos en la iglesia “como ya lo hacían en otro tiempo y harán en lo sucesivo” (8). Por último, a partir de 1250 se habla abiertamente de las visitas de fieles a la iglesia y a las reliquias de santa Inés que se conservaban en el mismo, así como de las fiestas conmemorativas de su dedicación a Santa María (9).

Toda esta documentación era desconocida para nosotros cuando, hace unos meses, subimos hasta la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara de Salamanca con el propósito de dar explicación de la presencia en ella de unas pinturas de unas chovas piquirrojas, una de nuestras aves favoritas. Sin embargo, ahora pensamos que debió de ser en respuesta a las peticiones papales de apoyo cuando la entonces correinante, Berenguela de León y de Castilla, madre de Fernando III, encargada de los asuntos del reino desde Toledo, decidió apoyar la construcción de esta iglesia en una ciudad, Salamanca, a la que, a la vista del resultado, se sentía mucho más ligada de lo que nunca hemos pensado. Todo apunta a que la reina aprovechó su mecenazgo para dejar reflejada su vida en el friso de la techumbre a través de emblemas que, probablemente, en su época nadie identificó al completo, pues muchos de ellos están alterados de forma que el mensaje quede, al menos parcialmente, oculto.


Santa Clara interviene para salvar a un niño de un lobo, fresco de Giovanni di Paolo, 1455.

La reina falleció en noviembre de 1246 y, según nuestra interpretación, los hechos que narran los emblemas de la techumbre abarcan desde 1204 hasta, aproximadamente, el mismo año de su muerte. Por lo tanto, hay un encaje perfecto entre los acontecimientos históricos que se narran en la techumbre y las fechas de construcción de la iglesia, según la documentación del entonces monasterio. A ello debemos añadir las circunstancias ampliamente conocidas que ligan a Berenguela con Salamanca durante su etapa como reina consorte de León (1197-1204): los documentos del archivo catedralicio que indican que Salamanca se encontraba sub manu (bajo el mando) de la reina, el nombre que aún hoy ostenta la localidad de Villares “de la Reina” o el fallecimiento en esta ciudad de su hermana, la infanta Mafalda, en 1204.

Es cierto que a comienzos del siglo XV un importante incendio destruyó parte de las dependencias del convento, pero también lo es que, tal como explicaba Belén García de Figuerola en su tesis doctoral (10), nunca se supo hasta qué punto afectó a la Iglesia que, en nuestra opinión, conservó su techumbre original.

Tenemos también constancia documental de que en el siglo XVI ya nadie conocía el significado del programa iconográfico ni la identidad de los escudos y emblemas (11). En el XVIII la techumbre quedó oculta sobre la nueva bóveda barroca y hasta 1973 no se redescubrió esta maravilla de la que, desde entonces, sólo nos han dicho que contiene escudos de familias nobles salmantinas para los que, como afirmaba García de Figuerola, se desconocía “la identidad de la mayoría de ellos” (12).


Vista de los arrocabes derecho y trasero, de los cuadrales y de la falsa cúpula que cubre la iglesia barrroca del convento de Santa Clara de Salamanca. 

Tal vez se podría aplicar a los emblemas de este artesonado lo que afirma la profesora Lucía Lahoz, catedrática del departamento de Historia del Arte-Bellas Artes de la Universidad de Salamanca (13): “centrados en las prioridades cronológicas, se han olvidado de las funciones y de las imágenes dispuestas en los proyectos monumentales (Sauerlander, 1991: 339). El dato constata una fórmula reiterada en la historiografía: se ignora la iconografía y el mensaje que emiten. El problema radica en desatender el alcance de los gestos, dado que la cultura medieval es una cultura de gestos.”

Pasarían cincuenta años más desde aquel 1973 hasta que alguien, una mañana de 2023, cayera en la cuenta de que el arrocabe de la techumbre parecía contener un mensaje que la reina había dejado impreso en el mismo. Toda una historia, toda una vida…

Charo García de Arriba
Miguel Ángel Martín Mas

(1) Riesco Terrero, A., 1977. Datos para la historia del Real Convento de Clarisas de Salamanca. Catálogo documental de su archivo. Centro de estudios e investigación “San Isidoro”. Archivo histórico diocesano. León. Pág. 10.

(2) Fuentes Jiménez, M. (2021). Cartografía histórica del movimiento de las Clarisas de Castilla y León. Tutor: Luis Manuel Pérez-Zambrano Trabajo Fin de Máster. Lleida. Universitat de Lleida. Pág. 34.

(3) Riesco Terrero, A., 1977. Datos para la historia del Real Convento de Clarisas de Salamanca. Catálogo documental de su archivo. Centro de estudios e investigación “San Isidoro”. Archivo histórico diocesano. León. Pág. 29.

(4) Graña Cid, Mª del Mar, 2013. "Reinas, infantas y damas de corte en el origen de las monjas mendicantes castellanas (c. 1222-1316). Matronazgo espiritual y movimiento religioso femenino."

(5) Riesco Terrero. Pág. 30.

(6) Riesco Terrero. Pág. 30.

(7) Riesco Terrero. Pág. 30.

(8) Riesco Terrero. Pág. 34.

(9) Riesco Terrero. Pág. 37.

(10) García de Figuerola, B. (1996). Techumbres mudéjares en la provincia de Salamanca. Salamanca. Ediciones Diputación de Salamanca. Pág. 140.

(11) Ibídem. Pág. 144.

(12) Ibídem. Pág. 141.

(13) Lahoz, L. 2022. La imagen y su contexto cultural: la iconografía medieval. Editorial Síntesis. Madrid.

Una techumbre flordelisada - parte I

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