jueves, 30 de marzo de 2023

No hubo otra que tan perfecta fuera en todas sus obras

El compromiso del nieto de Berenguela, el infante Alfonso, con Violante de Aragón, alcanzado en 1243, es el último episodio de la historia del reino de León que nos cuentan los emblemas del arrocabe de la techumbre.

Poco sabemos de cómo vivió Berenguela sus últimos diez años de vida. Parece que pasó largas temporadas en Toledo, dirigiendo los asuntos del reino mientras su hijo Fernando lideraba la Cruzada en la península Ibérica. La reina vivía durante la conquista de Córdoba en 1236 e incluso durante la de Jaén en 1246, pero no pudo llegar a conocer una Sevilla cristiana ya que esta ciudad fue tomada en el año 1248.


Enfrentamiento entre cristianos y musulmanes representado en las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio.


El infante Alfonso de Molina, hermano de Fernando III, en una batalla contra los musulmanes. Detalle de las pinturas que se conservan en el Monasterio de Valbuena (Valladolid).

La reina madre nunca se separó del rey de Castilla y de León, cuya salud había sido frágil desde que era un niño, y mantuvo siempre la corte lo más cerca posible de los lugares donde se libraban las batallas contra los musulmanes. Entre abril y mayo de 1245 reclamó la presencia del rey para poder pasar seis semanas con él. En los documentos expedidos desde entonces Fernando se refirió a su madre con las palabras “la reina reinante”, como si no quisiera dejar lugar a dudas de su posición como gobernadora del reino hasta el final. Se sabe que Berenguela viajó de Toledo a Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1246 en el Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas, que había sido fundado por su madre, Leonor Plantagenet, como panteón real.


Almohada que se encontró en el sepulcro de la reina Berenguela. Confeccionada en el reino nazarí de Granada, tiene bordada las palabras "No hay más divinidad que Dios" alrededor del medallón central. En ambas bandas, también en árabe, aparecen las palabras "La bendicion perfecta". Los colores son rojo y oro, como los de los emblemas que aparecen en el lienzo en el que creemos que se representa la muerte de la reina Beatriz de Suabia, primera nuera de Berenguela. 

Alfonso X relató que, cuando Fernando se enteró de la muerte de la reina, estando él en Sevilla, sintió “gran dolor, porque perdió tal madre, cual nunca rey en su tiempo otra perdió, que tan perfecta fuese en todas sus obras”.

Nosotros no podemos deciros cuándo, cómo ni por qué la reina Berenguela mandó pintar todo este programa iconográfico en el Real Convento de Santa Clara de Salamanca, otros vendrán con más conocimientos y experiencia que nosotros. Sin embargo, el exquisito detalle con que cuenta ciertos aspectos de su vida, ese afán de presentarse de incógnito para reivindicar donde ella debería haber estado y no pudo estar y el arrocabe trasero de la armadura, donde vemos emblemas ingleses y aquitanos, hacen casi imposible pensar que no fue ella la que planeó esta decoración.

El documento más antiguo que se conserva en el archivo del convento de Santa Clara de Salamanca es del 4 de enero 1238. Por medio de una bula el papa Gregorio IX le pide al rey Fernando III amparo para las religiosas de Santa María de Salamanca, de la Orden de las Damianitas, antecesoras de las Clarisas. No deja de resultar curioso que Fernando III sea oficialmente el primer monarca protector del convento y que precisamente uno de los episodios más relevantes narrados por los emblemas del arrocabe de la techumbre sea cómo éste llegó a ser rey de León bajo los auspicios de su madre, Berenguela la Grande, que en ese año de 1238 correinaba junto a él.


Además sabemos que:

- el 12 de enero de 1238 el papa Gregorio IX concedió por medio de una bula veinte días de indulgencia y perdón a todos los fieles que contribuyeran con su ayuda y limosnas a la construcción del nuevo convento, con sus dependencias e iglesia. 

- el 31 de enero de 1238 el mismo papa pidió al obispo de Salamanca, don Martín, que consagrara la iglesia del convento en cuanto ésta estuviera terminada. 

- el último acontecimiento que se representa en el artesonado es el compromiso con Violante de Aragón, alcanzado hacia 1243;

- el 30 de mayo de 1244 el papa Inocencio IV envió una bula a la abadesa y a las monjas para que "en tiempo de entredicho general puedan celebrar los divinos oficios en su iglesia, sin solemnidad externa y a puerta cerrada".

- el 5 de agosto de 1245 el papa Inocencio IV publicó una bula exhortando a todos los fieles a colaborar con toda clase de limosnas y ayudas a la edificación de la nueva iglesia del convento;

- la reina Berenguela viajó por última vez de Toledo a Burgos en 1245;

¿Sería la techumbre de la iglesia parte de la respuesta de Berenguela a las solicitudes del papa? ¿Aprovecharía su último viaje para pasar por Salamanca junto a su nieta política Violante y dejar en esta nueva iglesia reflejada su historia? ¿Decidió que, antes de retirarse de la vida pública, tenía que venir a la ciudad de la que fue señora, en el reino de León, el de su esposo, a decir su última palabra? La ciudad de Salamanca, en territorio leonés, fue un nexo de unión entre ambos y, a la vista de los emblemas que exhibe el arrocabe de la techumbre, fue mucho más importante para Berenguela de lo que jamás hemos imaginado.

¿Por qué las Clarisas, si la reina y su familia siempre promocionaron el Císter? No lo podemos saber, lo cierto es que, tras ella, fueron muchas las mujeres de la realeza que siguieron la regla de santa Clara y dieron apoyo a la congregación en los reinos de León y de Castilla, destacando en ello, precisamente, Violante de Aragón. Tal vez Berenguela tuvo más que ver en la fundación del Convento de Santa Clara de Salamanca de lo que nunca hemos pensado o, quién sabe, quizá tan solo eligió ese convento por estar cerca de un templo dedicado al santo inglés protector de su linaje, aquel cuya devoción le transmitió su madre: santo Tomás Cantuariense, el santo de la chova piquirroja.


Icono en el que se representa a santo Tomás de Canterbury, conocido en los reinos de León y Castilla como santo Tomás Cantuariense.

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